 | lunes, 25 de octubre de 2004 | ganador candidatura al título Precisamente la apertura fue una pinturita del volante leproso, que arrancó y arrastró persecuciones desde su propia área, descargó en Ortega, Capria y Borghello, y fue a buscar la devolución de primera de este último. Su definición cruzada le puso el moño a la acción y además le abrió un dique al océano de distancia que hubo entre ambas estructuras colectivas. Porque en técnica y manejo de la pelota, las diferencias fueron abismales. Los de Alfaro nunca las suplieron ni en lo físico ni en lo táctico. Ni hablar cuando Ortega estiró la ventaja gracias a un penal que Vivas le cometió a Marino (ver aparte) luego de un pase de Rosada y un obsequio de Alayes.
El triunfo, un acto natural Semejante superioridad fue un plato indigerible para Quilmes. Por eso el triunfo se alió a un acto natural, decantado hasta cuando el Tolo movió el banco y mandó a la cancha a Zapata, Penta y Scocco para que aflorara la vena guerrera en pos de mantener el resultado. Newell's también demostró en esa instancia que sabe ganar cuando la pulseada está planteada en el terreno del músculo. Apenas cuando la Lepra decidió sacar el pie del acelerador, los cerveceros amontonaron algún mérito como para encauzar una réplica. Primero Menín y después Diego Torres sacaron a relucir los acostumbrados reflejos del paraguayo Villar. Pero el intento no hizo más que transmitir la imagen de un equipo zamarreado, que jugó siempre bajo los dictámenes de su rival.
Ante la estatura de una nueva actuación (la cuarta victoria consecutiva en el Coloso), el equipo del Tolo Gallego dejó otra huella indeleble de su paso en el torneo y la constancia de que está hecho de una madera lo suficientemente maciza como para edificar con labrillos de sacrificio y esfuerzo su sueño de campeón. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Capria vuela y Rosada lo observa. | | |