 | lunes, 25 de octubre de 2004 | Central: llegaron los goles de los delanteros Alejandro Cachari / La Capital Aparecieron los goles de los delanteros. El de Vitti, después de casi 10 partidos, y el de Marco Ruben, que festejó por primera vez desde que alterna en primera división. Entremedio sólo hay que contar el de Cámpora a Arsenal en la primera fecha y los de Villa a San Lorenzo y Gimnasia.
Este Central dietético, de apenas ocho goles en doce partidos, ahora muestra una tendencia mucho más cercana a la lógica futbolística: los atacantes tienen más tantos que los mediocampistas. Dos de Papa y uno de Coudet completan la nómina.
Pero cuando los delanteros no convierten no siempre son los responsables. A veces el equipo no les ofrece posibilidades a sus hombres de área, que en algunos casos hasta se retrasan a la mitad de la cancha para tener contacto con la pelota. Y cuando la consiguen tienen una estancia para recorrer.
Una de las características que permite demostrar la mejoría de Central es justamente el volumen de juego que ahora tiene el equipo. Ese simple, o no tanto, paso adelante en la estructura futbolística es suficiente para que los delanteros se instalen en su hábitat natural y empiecen a tener una relación más fluida con los defensores y el arquero rival.
Un equipo mucho más compensado que al principio, hoy permite que los agujeros que dejaba en un primer momento la inestabilidad táctica de Chacho Coudet, por ejemplo, ya no exista. Y con ello el mediocampo funciona como una especie de tamiz.
En ese colador que conforman Coudet, Díaz (el gran responsable de tapar aquellos espacios libres mencionados más arriba), Ledesma -cumple con su función de volante central y también suele transformarse en el lanzador y/o asistente que el equipo no tiene, aunque a veces se excede en la posesión de la pelota- y Papa, quedan muchos de los intentos "enemigos". Entonces, Central tiene una mayor recuperación de la pelota y sus defensores no están tan expuestos al mano a mano que suele producirse cuando el medio no controla, o no frena al menos en parte el ataque contrario.
Mayor recuperación, mejor tenencia de la pelota y por lógica consecuencia un superior volumen de juego que da dividendos, como el sábado a la noche en Avellaneda.
La recuperación mental, o anímica del equipo, fue el primer paso al frente. Las victorias ante San Lorenzo y Boca fueron las primeras sesiones de autoestima que el plantel aprobó con creces.
Después, con algunos vaivenes, todo fue más sencillo de conseguir. También es cierto que Central estaba en el suelo y casi no existía margen para empeorar. Pero la mejora es notoria y se sustenta en el mejor carácter del equipo de Zof y Cuffaro Russo, que además adquirió la capacidad de camuflar su estructura de acuerdo a las circunstancias.
Si tiene que atacar, lo hace, si tiene que replegarse no se pone colorado, más bien todo lo contrario.
Va de a poco, poniendo pitucones en los lugares en los que hacen falta.
Los parches, una prueba más de una especie de ritual del punto por punto con el que Zof y Cuffaro fueron zurciendo a este Central.
Primero les limpiaron la cabeza de frustraciones, después los acomodaron de atrás hacia delante, metieron dos o tres variantes decisivas y manotearon el dibujo más adecuado para las exigencias del fútbol de hoy. Los resultados están a la vista. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Ruben festeja su primer tanto con la casaca canalla. | | |