| domingo, 24 de octubre de 2004 | Rosario desconocida: Los niños y la ciudad José Mario Bonacci (*) Una ciudad se mantiene y conserva en el tiempo abrigada con la protección de quienes la habitan. Nada puede ser dejado de lado y todo es responsabilidad del conjunto social. Ernesto Sábato siempre ha predicado que el hombre es de grande aquello que anticipó siendo niño. En los primeros años de la vida de una persona se configuran con certeza los rasgos basales de su actitud como adulto, de su interés intelectual por desarrollar. Un niño es un milagro de pureza, de inocencia y de fuerza creadora apuntando al futuro. Por lo tanto en su condición humana, es también un grito de esperanza lanzado al horizonte para alimentar sentimientos y conformar como adulto su universo relacional.
Fernando Sabino, escritor brasileño nacido en Bello Horizonte y muerto en su casa de Ipanema en Río de Janeiro el 11 de octubre último, dedicó gran parte de su obra al universo infantil. Durante su vida supo mirar el mundo con ojos de niño encontrando la alegría esencial que confirma la expresión de Sábato.
Para desarrollar la vida con una sonrisa en sus labios, Sabino fue sepultado en el corazón de Botafogo, el mismo día en que debía cumplir sus 81 años. Para demostrar su sabiduría tenía expresado como íntimo deseo el texto de su lápida: "Aquí jaz Fernando Sabino, que nasceu homem e morreu menino" (aquí yace Fernando Sabino, que nació hombre y murió niño). Y como tal, lo marcó siempre la alegría esencial propia de la infancia, exhibiendo su eterno buen humor, su amor por el jazz y su afición por la batería. Una semana después de su muerte fue recordado con una misa que culminó en un homenaje inundado por la música de jazz que tanto disfrutó.
Con estos ejemplos se puede afirmar que una verdadera base de sustentación y defensa de la ciudad y sus mensajes estará fortalecida por la educación y desarrollo del interés, toma de conciencia y el estudio del lugar por parte de los niños.
Si esto se cumple con la profundidad que el tema exige podrá tenerse la certeza de que el porvenir estará signado por una multitud de adultos incentivados para sustentar un coro de interés y vida alimentándose mutuamente con la ciudad. Esa misma que guarda en su piel escenas de candidez a través de cupidos enamoradores, amorcillos o angelotes rebozantes, y niños comunes, en cuyo descubrimiento nacerá la sonrisa que alegre el rostro de quien camina descubriéndola.
Algunos ejemplos de los cientos ubicados en rincones urbanos llevan a Pellegrini y Presidente Roca (por esta última y en ochava suroeste) para contemplar dos cuerpecitos inundados de candidez y orlados por flores.
En Corrientes 1673, varios rostros de una niña en flor remarcan las aberturas en fachada insertas en lineamientos art-decó. Y en Zeballos 874, dos inocentes desnudos flotan en la composición confirmando la dulzura de la niñez. Mientras que por Riobamba 846 se encuentra un friso con niños en actitud de juego sobre el arco que corona la ventana del frente. Sus cuerpos se muestran como único caso en la ciudad.
Muchas de estas escenas factibles de verificar se adornan con elementos naturales donde las flores tienen especial interés. Son particularmente interesantes las soluciones que se apoyan en el estilo "floreale", que puede ser considerado como denominación del art-noveau en Italia. Es así que todo lo que sea guirnaldas, flores y coronamientos, exhiben con alegría el encanto de la naturaleza patentizada en la piedra.
Una de las fachadas más llamativas en este campo está en Rioja 1335, actualmente en obras con modificación de la planta baja pero con la esperanza de que los pisos altos sean restaurados y mantenidos, según puede adivinarse a medias a través de la malla plástica de seguridad que por ahora cubre todo el paramento de lo que fue como último uso la sede de la desaparecida librería "Peuser".
Otra fachada posible de incluir en el "floreale" está en Presidente Roca 457, mixturada con íconos propios de una mezcla arquitectónica realizada con maestría.
Por ello, la ilustración de esta nota se basa en una metáfora visual sugerida por la infancia y el sector urbano referido. El "floreale" cobija a una "niña flor" de carne y hueso de cuatro años, a la cual que se le ha tejido una cabellera de margaritas silvestres naturales en unas vacaciones disfrutadas a orillas de un arroyo cordobés. La niña se anexa al mundo integrada con la piedra entre cuya materialidad habrá de desarrollar su existencia futura, creando el vínculo sensitivo indispensable con el lugar elegido para la vida.
Se trata, ni más ni menos que de simbolizar la unión entre la piedra urbana y la vida humana expresada desde la niñez, como lo predicaron desde siempre Sábato, Sabino y tantos otros seres que hacen la historia.
(*)Arquitecto
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