| domingo, 24 de octubre de 2004 | El sabor de la libertad Una mujer golpeada cuenta una historia que vale por muchas otras Mirta Munúa, una uruguaya de 39 años que vive en Montevideo, es una mujer menuda y la expresión de sus ojos negros y vivarachos, así como la seguridad con la que se expresa, ocultan la violencia a la que su marido la sometió durante dos décadas.
Su liberación comenzó hace dos años, cuando sufrió una crisis nerviosa con amnesia parcial: ese drama fue el puntapié inicial para sustraerla de una situación de violencia y sumisión insostenible.
"Fui víctima de violencia psicológica. Mi ex marido me golpeaba sin dejarme marcas. Fue como una gotita que fue haciendo su trabajo a lo largo de los años", dice Mirta.
"Mi ex marido es trabajador portuario, donde impera una cultura cien por ciento machista. La mujer tiene que hacer lo que dice el esposo. Genera un terror profundo, porque ellos controlan los gestos, las respuestas, las actitudes", relata.
"Mi padre era alcohólico, que también es una forma de violencia. Y la familia de mi ex esposo es violenta, con letras grandes. Su padre era golpeador, por lo tanto él y sus hermanos son violentos", cuenta Mirta para dar contexto a su terrible experiencia.
"Tenía 18 años cuando lo conocí, me regalaba cosas", evoca sin nostalgia. Después empezó a aplicar la violencia como una "gotita". Munúa admite que "yo fui cediendo espacio, me fui aislando de todo".
"Después vino el embarazo, y cada vez estaba más aislada", dice Mirta, que luce su cabello oscuro y corto cuidadosamente peinado y no lleva ni una gota de maquillaje.
"Mi trabajo era la artesanía, pero mi ex marido me anuló, yo no podía hacer nada", cuenta, y agrega que incluso "puso en duda el afecto de mi familia hacia mí".
Tras la crisis nerviosa, Mirta se separ;o de su esposo. "Yo junté sus cosas y se las tiré a la calle, él amenazó a mi hija con un revólver. Vino mi suegra, la policía. Aquello provocó una crisis en mi hija (en ese momento de 16 años). Como tenía miedo, cambié las cerraduras", dice ahora.
"Mi ex marido se fue. Luego tuvo un accidente con el auto, volcó, iba drogado con unas mujeres. Ahora me entrega la pensión alimenticia para mi hija", añade esta mujer que muestra una seguridad difícil de ver.
"Pese a que gana muy bien, mi ex marido hace todo para que mi hija no estudie, porque cree que la mujer tiene que estar en la casa, cuidar los hijos, limpiar, cocinar", se lamenta.
"Más que a él en sí, tengo miedo a recordar. Por ejemplo, el otro día iba caminando por la calle, y vi un auto rojo. Me quedé parada, y me vino a la memoria un día que íbamos caminando por la calle y él me iba gritando e insultando, y de repente me empujó hacia la calle, yo pude mantener el equilibrio, pero sino quizás me hubiera matado", recuerda.
"Ingresar al grupo de autoayuda fue mi primer escalón. También me ha ayudado a recordar, porque hay partes de mi vida que tengo en blanco".
Su hija, que hoy tiene 18 años, "es una sobreviviente", cuenta. "Tiene un intento de suicidio, pero se está tratando con un psiquiatra, va a un grupo de autoayuda y está aprendiendo a no ser violenta".
Al preguntarle si estaría lista en algún momento para reiniciar una relación de pareja, Mirta Munúa es tajante: "hoy estoy saboreando la libertad".
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