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 domingo, 24 de octubre de 2004

Sociedad: ¿Un filósofo en mi empresa?

Estamos inmersos en una sociedad que genera y regenera cambios constantemente, y donde cada uno debe estar preparado para afrontarlos. La filosofía, desde siete siglos antes de Cristo, ha contribuido para que los hombres puedan comprender la realidad y por qué no intentar mejorarla.

Actualmente, la función del filósofo ha tomado relevancia debido a que ha comenzado a incursionar en otros ámbitos, antes desconocidos tanto para él como para los demás, dejando de ser el ámbito académico el único válido. Se están haciendo presentes en el mundo cotidiano. Algunas instituciones, como los hospitales contratan filósofos para que asesoren a los médicos en las decisiones de vida o muerte, otras, para trabajar con las autoridades de la cárcel; en otros casos, se ocupan de los desechos nucleares o los problemas de la biogenética.

¿ Cómo ocurrió este cambio? La ciencia y la filosofía se están acercando desde hace un largo tiempo una a la otra. Las semillas de este acercamiento fueron sembradas en 1951, cuando el filósofo William Van Orman Quine, de Harvard, publicó un texto en el que planteaba que el conocimiento es una malla sin costuras: la ciencia debería estar más directamente interesada en la observación de lo que lo está la filosofía, y que la diferencia entre las dos disciplinas es sólo de grado.

La ciencia de la computación forjó el eslabón. Los lenguajes de computación son los descendientes de los sistemas de la lógica simbólica que plantearon Bertrand Russell y Alfred Whitehead, filósofos matemáticos influidos por un matemático alemán del siglo XIX.

Los descubrimientos de los científicos que trabajan en el campo de la inteligencia artificial hacen que sea todavía más difícil separar la ciencia de la filosofía. Hoy el eslabón entre ambas esferas empieza en las universidades y continúa en las empresas. No se trata que los filósofos académicos se estén beneficiando con una especie de mercantilismo, sino que se está intentando mostrar la capacitación analítica que puede ofrecer la filosofía.

En 1983, el 11 por ciento de los doctores en filosofía obtuvo empleos en empresas o industrias. Tienen menos posibilidades de estar desempleados que los químicos o biólogos, profesiones que generalmente se consideran exitosas.

Así está surgiendo una manera de pensar conjuntamente con otros, o sea entre todos. El especialista en filosofía ha hecho su entrada triunfal a las empresas, no para transmitir un saber erudito, sino por el contrario, para buscar soluciones prácticas a los problemas que surjan.

El análisis y desmenuzamiento de cualquier problema requiere para su procedimiento, de un ordenamiento de las categorías y conceptos y de una capacidad de síntesis en la que el experto puede ofrecer su apoyo. Cabe recordar que cada filósofo tiene como base de su análisis de la realidad cierto sistema filosófico de comprensión del mundo. En base a dicha concepción también variará su modo de aproximarse al otro.

Esto no significa que la empresa desechará inmediatamente toda su visión del mundo anterior para tratar de adoptar la del filósofo. Simplemente se trata de buscar las dificultades y encontrar respuestas válidas para ese contexto.

Los trabajos que el especializado en filosofía realiza en empresas privadas tiene que ver con la optimización de la producción por métodos racionales hasta técnicas en las que se aportará una visión, ampliada por la filosofía, de la sociedad que ayude a introducir un producto determinado en una campaña de ventas. Estipula la eficacia en el trabajo y comprensión previa a la venta o al desarrollo de una empresa.

La base del éxito del proceso de mejoramiento es el establecimiento adecuado de una buena política de base, aunque dicha política requiere del compromiso de todos y cada uno de los componentes de la organización.

Carina Cabo de Donnet. Profesora en filosofía y pedagogía, cientista de la educación.

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