Año CXXXVII Nº 48549
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Opinión
Información Gral
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Educación
Campo
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Salud 20/10
Autos 20/10
Turismo 17/10
Mujer 17/10
Economía 17/10
Señales 17/10


contacto

servicios

Institucional

 sábado, 23 de octubre de 2004

Punto de vista
Chacareras para la gente del rock

U. G. Mauro / La Capital

¿Ambitos exclusivos para determinados géneros musicales, o entrecruzamientos que fomenten la apertura hacia otras manifestaciones? La pregunta -que dispara más preguntas- surge de un hecho puntual; la presentación de un folclorista como Peteco Carabajal en Willie Dixon, un boliche recientemente inaugurado que se perfilaba como el nuevo templo del rock de la ciudad.

Un pibe ataviado con bermudas, vincha, arito, remera con nombres de grupos metaleros y trenzas "rasta" baila -con claro conocimiento de la danza- una chacarera junto a la barra del boliche de Güemes y Suipacha durante el recital del músico santiagueño. Los también numerosos "mayores" no la pasan nada mal permaneciendo durante horas, vino va y empanada viene, en un ambiente con mística de rock duro, puro y pesado...

¿Vale la pena reflexionar sobre algo que fue quizás un muy coyuntural buen negocio? Sí, porque al margen de la caja registradora, que un ámbito rockero se abra a otros géneros sirve y mucho; que contra lo que indica el prejuicio los chicos escuchen bailen y canten zambas sin resignar su puro amor primero por Pappo, Los Redondos o La Renga es un mensaje de rebeldía contra los encasilladores y contra los manejos de muchos gerentes -incluso los pseudoprogres- de la cultura.

¿Todos los responsables de espacios para el espectáculo de la ciudad pueden darse el gusto -o el lujo- de romper con el target que se han construido? Realmente no es obligatorio hacerlo y posiblemente en gran parte de los casos pueda resultar un pésimo negocio, pero también cabe pensar ¿por qué no?

La pertenencia de un público a tal o cual lugar o género no deja de ser una construcción mental, una presunción a veces impuesta, dirigida por el marketing y perfectamente reemplazable por otra que promueva que todos vean y escuchen de todo en cualquier lado sin perjuicio para nadie, aún a riesgo de que esto también sea otra estrategia marketinera. ¡Maldición, estamos rodeados!

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

cartelera
  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados