| miércoles, 20 de octubre de 2004 | Pogo a la santiagueña Leandro Ojeda, un bailarín de malambo norteño ataviado a la usanza paisana, ofreció su rutina entre cables, micrófonos y una batería como escenografía, marcando involuntariamente el contraste entre lo que se ofrecía desde el escenario y la estética y mística rockera que se respira en el Willie Dixon. El otro telonero de Peteco Carabajal fue el Los del Suquía Jorge Salcedo, con un repertorio carpero con obras del Chango Rodríguez y el Chaqueño Palavecino.
Mientras entre el público de la platea y de la parte superior del local circulaban, como en cualquier peña, los vasos de vino, la cerveza y las empanadas, al pie del escenario el imaginable grupo que podría hacer pogo en un recital rockero fue reemplazado por numerosas parejas de jóvenes dedicados con fervor -y conocimiento acabado- a bailar chacareras, zambas y escondidos. enviar nota por e-mail | | |