Año CXXXVII Nº 48544
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
El Mundo
Opinión
Escenario
Policiales
La Región
Página Solidaria
Cartas de lectores


suplementos
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 13/10
Autos 13/10
Turismo 10/10
Mujer 10/10
Economía 10/10
Señales 10/10


contacto

servicios

Institucional

 lunes, 18 de octubre de 2004

El autor de "El limonero real" recuerda a Rosario como "la aventura, el sueño, el amor"
Saer no asistirá al Congreso de la Lengua
El escritor desistió por razones de salud. Debía intervenir en el acto de clausura

Osvaldo Aguirre / La Capital

Juan José Saer no estará en el III Congreso Internacional de la Lengua Española. El escritor anunció desde París, donde reside, que por razones de salud no podrá asistir al acto de clausura para pronunciar la lección final, como estaba previsto, aunque aseguró que estará "presente con el pensamiento y con todo lo que me liga a Rosario".

Como advirtió Ricardo Piglia, "decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino actual es desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua". Las novelas "Cicatrices" (1969), "El limonero real" (1974), "Nadie nada nunca" (1980), "El entenado" (1983), "Lo imborrable" (1992) y "Las nubes" (1997), entre otros textos, fundamentan esa afirmación. "El arte de narrar" (1977) condensa su producción poética y ha publicado también ensayos como "El río sin orillas" (1991) y "El concepto de ficción" (1997).

Nacido en Serodino en 1937, Saer trabajó como periodista y docente en la ciudad de Santa Fe e integró, en su juventud, un grupo de escritores cuyo centro estaba en Rosario y donde estaba, entre otros, Aldo F. Oliva. En 1968 se radicó en París.

-Usted suele decir que la literatura se ha vuelto mercancía y el estereotipo y el comercio "pretenden transformar en letra muerta toda palabra". ¿Qué es lo que puede oponer un escritor a esa situación?

-No es que yo esté en contra del comercio de los libros. Estoy en total desacuerdo y oposición con que las exigencias comerciales predominen y marquen el rumbo del trabajo literario, que pretendan orientar el contenido, la práctica, la estética de la literatura. Estoy de acuerdo con que las editoriales funcionen y vendan, que vendan de todo además, no estoy en contra de la literatura popular; pero que haya un espacio para cada una de las posibilidades de la literatura. La poesía, por ejemplo, está desapareciendo de las grandes editoriales: ahora son las editoriales pequeñas, marginales, las que editan poesía. Como ha desaparecido el teatro: en una época todas las grandes editoriales tenían una colección de textos teatrales. Aquí en Francia hay una o dos editoriales especializadas en teatro, pero los grandes sellos ya no publican textos teatrales, salvo que sean de autores clásicos.

-Usted define la poesía como "un acto de desobediencia" a esas imposiciones. ¿Es el único lugar desde donde se puede actuar contra el empobrecimiento del lenguaje?

-No. Yo creo que en todos los planos de la expresión verbal se puede luchar contra eso. Si leemos una novela como "Bajo el volcán", o como "Los adioses", o "Yo el supremo", ahí tenemos una perspectiva realmente literaria del arte novelístico. No así en los productos de tantos novelistas que se dicen novelistas pero que no lo son, que sólo trabajan con géneros trillados y que hacen una literatura mecánica, destinada a un público que yo no desprecio pero que no es un público de literatura sino de productos prefabricados que se lanzan al mercado, dictados por las normas comerciales de ciertas editoriales.

-En uno de los poemas de "El arte de narrar", escribió: "Cada uno crea/ de las astillas que recibe/ la lengua a su manera/ con las reglas de su pasión". ¿Es una formulación de su poética?

-De mi poética y creo que de la poética de todos los poetas, porque es un hecho que se aplica a todos, me parece. Yo la formulé así pensando en mí, pero también el poema termina diciendo "y de eso ni Emanuel Kant estaba exento", como ejemplo extremo de poeta.

-Cada escritor crea su lengua, entonces.

-Sí, cada escritor crea su propia lengua introduciendo en ella elementos privados. En todo escritor -en todo hombre- hay un uso privado de la lengua. El escritor es el que introduce en la lengua literaria ese uso privado que le da su estilo, su sabor, su cosa personal. Era sobre eso que yo iba a hablar en el Congreso de la Lengua. Ahora estoy terminando un artículo que va a salir para esos días tratando de esos temas. Por razones de salud no voy a viajar a Rosario, pero estaré presente con el pensamiento y con todo lo que me liga a Rosario.

-¿Qué recuerda de su experiencia en la ciudad?

-Rosario es la primera ciudad que yo conocí. Mi primer recuerdo de Rosario es un quiosco de cigarrillos y caramelos. En mi pueblo eso no existía y era como un lugar mágico que yo veía por primera vez. A pesar de que mi padre tenía almacén, de modo que yo tenía caramelos a patadas. Rosario era la ciudad de la aventura, del sueño, del amor. Y con la facultad, la ciudad del pensamiento y de la filosofía. Yo quiero mucho a Rosario.


Una manera de escribir
-A propósito de "Las nubes" dijo que "cada palabra es de alguna manera un relato porque transmite el hormigueo no verbal de nuestro ser". ¿Cómo es eso?

-Basta con que uno se autoanalice para darse cuenta que estamos atravesados por cosas no verbales. Por estremecimientos no verbales que pueden ser de placer, de miedo, de inteligencia, ¿no? Y después a eso le damos una forma verbal.

-¿Señalaría algún episodio de iniciación respecto a la lengua, a la escritura?

-En un determinado momento me di cuenta que fui construyendo una manera de escribir que fue haciéndose poco a poco y que condecía con mi personalidad, con mi forma de hablar. Cuando me di cuenta que se podía hacer una buena literatura narrativa utilizando una lengua coloquial en la cual entrasen todos los otros niveles de la lengua. Eso es lo que yo pretendo hacer con mi literatura.

-El mundo con el que construyó su literatura, ¿es el de la infancia?

-Yo creo, sí. Pero también hay otras experiencias que se fueron incorporando, no quedamos pegados a los primeros cinco años de nuestra vida. Ahí hay una impregnación de la cual, como digo en un poema, nunca nos secamos, "una lluvia primera de la que nunca nos secamos". Después se van incorporando otras cosas, pero hay un núcleo esencial -aunque no sé si la palabra esencial corresponde- que se va desarrollando como una especie de semilla que se abre y se transforma en otra cosa.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Saer dijo que estará "presente con el pensamiento".

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados