Fotografía

Había una vez un circo

Un reportero gráfico de La Capital siguió paso a paso las funciones de un circo para retratar la vida de los artistas ante el público y en la intimidad

"El circo transmitía mucha calidez. No sólo hacia el público: todo se desarrollaba con mucha intimidad entre los artistas y a mí me hicieron sentir como uno más, me dejaron participaron de esa intimidad". Esa relación fue seguramente la clave para la serie de fotos que el reportero gráfico Angel Daniel Amaya tomó en el Circo Raluy, durante su paso por Rosario en septiembre de 2000, y que acaba ser editada en un libro.

"Circo Raluy en Rosario" revive, a través de 57 páginas de fotografías, personajes y momentos del circo español que hace cuatro años visitó Rosario, comandado por el clown Lluiset (Luis Raluy). El libro fue impreso en la isla francesa de Reunión, donde los artistas del circo suelen detenerse periódicamente, en su incesante marcha.

A su llegada a Rosario, el circo se instaló en el Patio de la Madera. "Pasé un día y me llamaron la atención los carros antiguos que tenían. Era un lugar muy tranquilo, de poca gente. Entonces busqué conectarme con el responsable y así fue como conocí a Luis Raluy. En principio solamente le pedí permiso para hacer fotos del espectáculo", cuenta Amaya, que es fotógrafo de La Capital desde 1993 y ha expuesto la muestra "Efecto tango" (2003), además de participar en diversos salones de reporteros gráficos.

"Raluy me dijo que tenía vía libre para trabajar. Lo único que me pidió fue que no tomara fotos de ningún artista que estuviera por salir a escena, por una cuestión obvia -agrega el fotógrafo-. Y enseguida me hicieron sentir casi uno más de ellos. Trabajé con mucha comodidad. De hecho salimos a compartir cosas, a charlar y visitar lugares de Rosario que ellos querían conocer. Se pudo dar una relación de amistad".

En principio, "lo que yo quería era captarlos en el lugar donde viven, en los carros y demás. Luis me sugirió que también hiciera fotos de la pista, de los números que ellos iban presentando. Así fue como a mí, a la vez, me surgió la idea de hacer fotos del público, y también de algunos artistas que están entre el público. A mi idea original se agregaron fotos de la función y después algunas fotos de entretenimiento, donde aparecen Luis Raluy y el hermano, que es el maestro de ceremonias del circo, y fotos de recuerdos que ellos quisieron tener de su paso por Rosario, como una foto con la estatua de Gardel o una foto amplia del lugar donde estaba plantado el circo".

Amaya fotografió la escena y los entretelones del circo Raluy en el curso de dos semanas. "Lo que me gustaba mucho -recuerda- eran especialmente las imágenes que obtenía de los payasos y de la trapecista, Graciela, que cumple una función muy importante en el circo. Ella hace un número de gran magnetismo, simplemente con un globo, con el que va jugando y desplazándose entre el público".

Con las fotos sobre la mesa, las cosas volvieron a definirse. "Cuando le mostré las fotos en papel a Luis Raluy, a él le gustaron muchísimo. La primera expresión suya fue «qué lindo sería hacer un libro de fotos». «Era una ilusión que yo tenía -le dije-, pero no me animaba a decirlo porque un libro es algo de mucha producción, de mucho costo». Entonces me dijo: «vamos a hacerlo; si no puede ser en Argentina, porque nos estamos yendo en poco tiempo, te avisaré desde España dónde lo hacemos»".

El proyecto se hizo realidad "hace unos meses, cuando me llamó desde la isla Reunión". Aquellas fotos de las funciones de Rosario dieron forma entonces a un libro.

La trapecista en el momento decisivo de su show.