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 domingo, 17 de octubre de 2004

La ópera "El barbero de Sevilla" en una puesta cuidada y altamente convocante
Una traducción fiel de la ópera de Rossini
La Opera de Rosario realizó un esfuerzo notable de producción que reunió a primeras figuras de la lírica

La puesta en escena en el teatro El Círculo de la ópera "El barbero de Sevilla" cumplió plenamente con los requisitos del género cuando la yuxtaposición de arduas disciplinas como el canto, la música, la actuación y la danza se concretó con absoluta armonía, satisfaciendo a un público que colmó las plateas, palcos y tertulias de la sala.

La obra de Gioacchino Rossini, estrenada en 1816 pero ambientada en el siglo XVIII, es considerada como un modelo de la llamada ópera bufa y, según señalan los estudiosos, en sus primeras representaciones no logró convencer al público de entonces y debieron pasar varios años para que fuera debidamente valorada.

En estos tiempos de escepticismo y humor cínico, las características de los personajes de "El barbero de Sevilla", con sus tibias picardías, su humor sobreactuado, ingenuo y bufonesco, así como por los modos elementales de resolver los enredos, contribuyen al enternecimiento del conocedor y pueden desanimar al recién iniciado en la operística. Es importante señalar que se trata de una obra con altas exigencias para las voces, que, en esta versión, ponen en juego toda su experiencia y salen airosas del desafío.

La obra de Rossini, tres actos con libreto de Cesare Sterbini, es famosa por la hiperdifundida aria "Largo al Factotum de Fígaro", usada con abuso en infinidad de propuestas humorísticas de todo tipo y calidad, es una historia de amor con enredos entre la bella Rosina -el rol de la soprano Elena Sancho- y el Conde de Almaviva -el tenor Eduardo Ayas-, quienes deben superar las barreras que impone el tutor y enamorado de Rosina, el doctor Bartolo, papel que se reservó para sí el regisseur Oscar Grassi, impecable en lo vocal y efectivo en su comicidad.

Será el pícaro barbero Fígaro - el barítono Omar Carrión- quien oficiará de interesado y audaz "Celestino" conspirando para el feliz final en el que hasta el obsesivo y celoso Don Bartolo será recompensado con el amor de su mucama Berta, el rol de la rosarina Graciela Mozzoni.

La presentación, que se apoyó en la impecable labor de la Orquesta de la Opera de Rosario que dirige Marcelo Pozo y del experimentado Coro Lírico Pía Malagoli que conduce Rubén Coria, representa el logro de una producción de la Opera de Rosario, que contó con aportes de vestuario y utilería del Teatro Argentino de La Plata.

El tenor Eduardo Ayas disputó parejamente con Omar Carrión el aplauso del público, que, por otra parte, se mostró complacido ante la espléndida voz de Eleonora Sancho. Con su ductilidad, la a cantante reveló tener la cuota de histrionismo necesario para mostrarse como una joven que encubre su picardía tras sus mohines.

El teatro El Círculo nació hace poco más de 100 años para servir a altas expresiones artísticas y, entre ellas, la lírica, pero por una demasiado extensa serie de razones el montaje de una ópera completa se fue volviendo un hecho lamentablemente muy esporádico. Esto contribuyó a la pérdida de un hábito y por eso hoy sólo los seguidores del género parecen preparados para disfrutar. Obviamente se necesitan más puestas que contribuyan a crear el hábito de la ópera entre los espectadores noveles.

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El elenco lució sus voces e histrionismo en la versión local de "El barbero de Sevilla".

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Suspenden la función del próximo martes de la obra


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