| miércoles, 13 de octubre de 2004 | Fracasos, crisis y esperanza El 14 de mayo de 2003 (Menem no se presenta a la segunda vuelta electoral) quedará registrado en la historia de nuestra patria como el de la derrota de la partidocracia tradicional y de las alianzas conformadas en tres cúpulas partidarias con fines netamente electoralistas sin coincidencias ideológicas ni proyectos programáticos. También por el agotamiento de los modelos económicos que durante décadas sirvieron a la decadencia y el atraso, transfiriendo a nuestra generación la crisis más profunda de la historia. El 27 de abril de ese mismo año (elecciones generales) el triunfo del pueblo arrasó con gran parte de la dirigencia política, algunos de cuyos integrantes, conscientes de sus fracasos, apelaron al renunciamiento, temerosos del veredicto popular y afectando al sistema democrático. Hoy se hace necesario lograr la reconciliación de la política con las instituciones y del gobierno con la sociedad en su conjunto. Para ello es fundamental desterrar las antinomias alimentadas a su vez por el internismo y las luchas intestinas de poder por el poder mismo sin un proyecto sólido que abarque a la totalidad de los componentes de la Nación. Es menester dejar de derrochar esfuerzos con fines personalistas, caudillescos y divisionistas que contribuyen al debilitamiento de las instituciones y a la disgregación social produciendo el enfrentamiento entre compatriotas. Es una falacia pretender responsabilizar a los de afuera de nuestro derrumbe y de nuestros fracasos, de los cuales y de una vez por todas debemos hacernos cargo y tratar de que surja una nueva dirigencia con dirigentes capaces, honrados, y fundamentalmente comprometidos con la defensa de los sagrados intereses de nuestra patria. El flamante gobierno presidido por el doctor Kirchner alumbró una nueva expectativa de cambio y una inyección de esperanza, teniendo la oportunidad histórica de dar vuelta la página de los fracasos e iniciar el camino de la recuperación nacional. La lucha será ardua, difícil pero posible. Solo con capacidad, convicción, coraje, humildad y patriotismo y con el apoyo del pueblo podrá iniciarse la refundación de una nueva Argentina en la cual sus habitantes puedan tener una vida digna. Resulta menester desarticular a las corporaciones asociadas con la corrupción estructural, la burocracia, el contrabando organizado, la evasión fiscal, la usura financiera y la impunidad. Solamente siendo consecuente con los principios que inspiran a una verdadera Nación, la oportunidad que hoy se le presenta a este nuevo gobierno será aprovechada. Los principios básicos para refundación de una nueva Argentina serán encontrados en una alianza cuyos pilares sean el capital orientado hacia la producción industrial, el trabajo organizado y el estricto respeto a la Constitución Nacional y las leyes que rigen nuestra organización como Nación. Todo otro camino que no respete estos principios sólo se transformarán en un nuevo escalón hacia la decadencia. Alguien dijo alguna vez: "Los pueblos sólo son libres cuando son esclavos de la ley".
Justo José Porteiro
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