| martes, 12 de octubre de 2004 | Entrevista. El superintendente de Servicios de Salud explica la estrategia oficiañ para el sector Rubén Torres: "Con ingresos fijos las obras sociales no pueden brindar una salud digna" Asegura que el sistema ya no es un coto de caza para ningún sector. Los problemas a resolver Gabriel González / La Capital El superintendente de Servicios de Salud de la Nación, Rubén Torres, rechaza la concepción acuñada durante los últimos años que tenía a las obras sociales como las ovejitas negras del sistema de salud. Asegura que las entidades no son hoy coto de caza ni del sindicalismo ni de la política. Es más, dice desconocer si alguna vez lo fueron, pero está seguro de que en todo caso la principal causa de corrupción del sistema fue la "connivencia o ausencia del Estado".
En este diálogo con La Capital , el funcionario destaca la recomposición que experimentó el sector por la reactivación, pero advierte sobre las complicaciones que reporta administrar un sistema de costos crecientes e ingresos que no se recomponen en igual proporción. Detalla además los objetivos que tiene por delante el sistema -en materia de eficiencia y economía de escala- para optimizar la gestión.
-Las obras sociales fueron cuestionadas durante los últimos años por ser el sector más ineficiente en salud. ¿Es cierto ese concepto?
-No creo que sea así. En los mecanismos de gestión el atraso atañe tanto a públicos como privados y a la seguridad social, es un problema común para todos los estamentos de la salud. Si hablamos de calidad del servicio y accesibilidad, creo que se trataba de un discurso intencionado que intentaba destruir el sistema de seguridad social. Es increíble pensar que un sistema que manejó la salud del 50% de los argentinos durante más de medio siglo pudiera sostenerse sin credibilidad. Desde la Superintendencia investigamos la opinión de la gente sobre las obras sociales y aquellos que realmente la utilizan no las consideran deficitarias, sino todo lo contrario, opinan muy bien. Ello no quiere decir que no existan problemas de gestión, por cierto que los tienen y pesan.
-El sistema sufrió una dura crisis en los últimos años.
-Sin dudas, pero esto va de la mano de la disminución del empleo y la caída de los salarios. Este sistema está sustentado exclusivamente con aportes y contribuciones, y en la medida de que caiga el salario y se reduzca el empleo estamos en dificultades.
-Siempre se habló de las obras sociales como coto de caza de los gremialistas y la política. ¿Eso es cosa del pasado?
-Yo no se si pasó o no pasó, puedo hablar por los dos últimos años que estuve en la Superintendencia. Hoy sé que eso no pasa y tengo mis dudas de que ese haya sido el motivo de la decadencia de las obras sociales. Quiero decir, no se si hubo o no corrupción en el manejo de fondos, pero estoy seguro de que ese no fue el motivo para que el sistema funcione mal. Sí fue motivo para no gestionar lo que correspondía, lo que demuestra que el Estado no estuvo presente donde debía. La Superintendencia tiene instrumentos de control, y si se permitió corrupción es porque hubo connivencia o ausencia del Estado.
-Cómo quedaron las entidades a la salida de la crisis.
-Como fruto de la reactivación del empleo en la mayoría de las ramas de actividad y de los aumentos salariales se incrementó fuerte la recaudación. Por otro lado, creo que el mecanismo de darle más transparencia al sistema, particularmente en el pago de los subsidios de alta complejidad, permitió optimizar el flujo de caja de las obras sociales.
-¿Eso de aportar para no recibir servicios se resolvió?
-No se solucionó al 100% pero mejoró sustancialmente. Hoy el corte de servicios es un tema episódico, ocurre en muy pocos lugares del país y muy puntualmente con algún conflicto, pero en general el sistema brinda servicios en forma normal.
-¿Hay que avanzar con el sistema de libre elección o eso se va a revisar?
-En absoluto. Es legítimo que el afiliado pueda elegir su obra social cuando esta no le presta servicios, lo que sí hay que decir es que en la Argentina se desvirtuó este mecanismo de elección. Cuando se dejó entrar a las prepagas que no tenían los mismos principios filosóficos que las obras sociales hubo inconvenientes, porque los privados no tenían un sistema regulado y tenían como fin primordial el lucro. Así, las colocaron en pie de igualdad con entidades que están reguladas y tienen como fin la solidaridad y eso descompuso el sistema. A pesar de ello, desde 1997 hasta 2004 se han pasado 1.200.000 personas, o sea el 10% del padrón, y hoy se está dando una vuelta masiva de los asociados a la obra social de origen.
-¿Cómo se explica?
-Que los pases hayan sido pocos se explica porque la gente confía en su entidad. Eso de que las obras sociales no dan servicios es un poco del imaginario social, porque el afiliado sólo se pasa si le cortan los servicios. También se pasaron algunos que fueron sometidos a un proceso de marketing de parte de la medicina prepaga, o quienes por su nivel de ingresos o no compartir los principios de solidaridad decidieron apostar a un sistema privado. Y ahora vuelven porque el que se pasó a una obra social que tercerizó el servicio en una prepaga hoy está sometido a aumentos de costos por encima de sus aportes. Entonces repiensa su decisión y regresa a la obra social de origen, que le soluciona ese problema.
-¿Qué cuentas pendientes tiene el sistema? ¿Falta aplicar economías de escala?
-Ese es uno de los temas pendientes, la gran fragmentación que tiene el sistema. Y cuidado que no hablo sólo de las obras sociales sindicales. Tenemos 265 obras sociales sindicales, 24 obras sociales provinciales, tres de las fuerzas armadas, las de policía federal y el servicio penitenciario, las universitarias, y todas tienen distintos sistemas de cobertura y aportes. Hay que disminuir esa fragmentación y resolver un sistema único para el universo de las prestaciones de todos los trabajadores.
-¿Y en cuánto a la estructura?
-En algunos casos podrían darse economías de escala importantes. Yo no coincido con lo que planteaba el Banco Mundial de que las obras sociales con menos de mil beneficiarios deberían desaparecer, porque ese no es una variable adecuada, pero sí hay obras sociales que por su volumen y la dispersión de su población sería útil que operaran en forma unificadas.
-¿Ustedes manejan políticas al respecto?
-El Plan federal de Salud incluye entre las propuestas para la seguridad social una disminución de la fragmentación entre las propuestas.
-¿Cuál es el principal desafío que tiene por delante el sistema?
-En primer lugar profesionalizar el manejo de las obras sociales, hoy por el costo y el volumen del gasto que implica la salud requiere un manejo profesional. Como las obras sociales están organizadas por rama de actividad están expuestas a ingresos diferenciados. Sí hay un mínimo que se consigue a través del fondo de redistribución, si el afiliado recibe menos de 22 pesos y 20 pesos por familiar.
-¿Ese piso alcanza para dar una salud digna?
-Alcanza pero es escaso, porque el sistema de salud tiene costos crecientes, mientras que los ingresos son fijos, los aportes y contribuciones están ligados al salario. Aparecen discrepancias en la medida en que siga apareciendo nueva tecnología y se exija cobertura del sistema de seguridad social, con ingresos fijos va a ser difícil de manejar. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Torres: "La corrupción del sistema fue la connivencia o ausencia del Estado". | | |