 | lunes, 11 de octubre de 2004 | 12 de Octubre: a 512 años la población indígena americana se redujo un 90% La viruela, la fiebre amarilla y la sífilis, entre otras epidemias, más las matanzas de los portugueses y españoles en su afán por adueñarse del oro y la plata redujeron la población indígena americana hasta en un 90 por ciento desde que comenzó hace 512 años la conquista del nuevo continente.
Organizaciones no gubernamentales estiman que en la Argentina sólo sobreviven hoy entre 800.000 y 2.000.000 de nativos originarios, distribuidos en más de 800 comunidades e incluso en algunas capitales de provincia, por efectos de la migración urbana.
A falta de un censo oficial, el gobierno argentino puso en marcha una encuesta complementaria del censo nacional de 2001 que busca arrojar datos cualitativos y que indica en principio la existencia de más de un millón de habitantes originarios en el país.
Se sabe que determinadas tribus, como los pacíficos Onas de Tierra del Fuego, fueron exterminadas, en gran parte por las enfermedades europeas contra las que no habían generado anticuerpos.
Con la llegada de los conquistadores se inició un exterminio que arrasó, en total, con 90 millones de pobladores de la región y quebró el desarrollo cultural de un mundo que, lejos de ser nuevo, fue invadido por la soberbia y el apetito imperial, sumiendo en la desolación la cosmovisión milenaria de un continente desestructurado.
Hoy mantienen vivo su origen y su cultura entre 50 y 60 millones de habitantes de Latinoamérica, según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otros organismos mundiales.
En 1600, por el efecto contaminación, la densidad indígena en México ya había alcanzado el punto más bajo: entre el 10 y el 5 por ciento en relación a 1492.
En Perú se estima que la población nativa descendió de unos 9 millones en 1533 a poco más de 500.000 a comienzos del siglo XVII, la mayor parte debido a las matanzas.
Lo mismo pasó en Paraguay, donde las misiones jesuíticas se asentaron en la segregación de la población nativa respecto de los europeos.
Los misioneros que llegaron en 1610 organizaron a los guaraníes a fin de que resistiesen a la penetración portuguesa, con lo que preservaron a unos 100.000 indígenas de la aculturación y la peste, hasta que la Compañía de Jesús fue expulsada por la corona española en 1767.
También en la Argentina los nativos fueron víctimas de la peste, de la Campaña del Desierto, de los inmigrantes y de los soldados que buscaban apropiarse de sus tierras, del destierro, del mestizaje y de la desculturización, incluso bajo el "amparo" de la Constitución de 1853, que sólo se preocupó de asimilarlos y convertirlos, nunca de respetarlos como los primeros habitantes.
Los sobrevivientes, incorporados en masa al Estado argentino como pueblos sometidos y ocupantes precarios en sus propios territorios, fueron obligados a adoptar una religión y un estilo de vida que no les era propio.
Aunque la nueva Constitución de 1994 otorgó a los pueblos originarios en el artículo 17 del inciso 75 un número de derechos hasta entonces ignorados, sobreviven como testimonios de sociedades antiguas que no se integraron completamente a la sociedad mayoritaria. (Télam)
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