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 lunes, 11 de octubre de 2004

Reportaje. Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras
Un diccionario para salir de dudas en el uso de la lengua
Una comisión concluye su preparación para presentarlo en el próximo cónclave

María Laura Favarel / La Capital

Reelecto este año como presidente de la Academia Argentina de Letras, el doctor en Letras Pedro Luis Barcia es uno de los responsables de la articulación de los contenidos del III Congreso Internacional de la Lengua Española. Además integra las comisiones que están ultimando el Diccionario Panhispánico de Dudas que, según adelantó, superará al de la Real Academia Española y al diccionario de americanismos, la primera obra que recoge 100 mil palabras autóctonas del continente.

-Hay un punto en el programa del Congreso de la Lengua titulado el "Largo camino de la norma: castellano, español, idioma nacional". ¿Se puede hablar de un idioma "argentino"?

-Justamente el eje del encuentro es la identidad lingüística y la globalización, y aquí hay que distinguir que la identidad lingüística supone los rasgos peculiares que distinguen a una región del habla hispánica del resto. El nombre real de la lengua es castellano, porque el idioma nace en Castilla, y así se designó la primera gramática en 1492, de Alonso de Nebrija. De esta forma se expandió por nuestra tierra. Luego, con el tiempo se impuso el "español". En la enseñanza escolar, desde 1812, ya instaurado el movimiento independentista, nuestro idioma comenzará a llamarse, según el manual que se utilice: idioma nacional, idioma de los argentinos, gramática castellana o gramática española. De modo que con el tiempo tendrá una gran diversidad de nombres. Algunos autores de estas gramáticas eran españoles -he recogido dieciséis en total-, y otros de aquí. Uno de ellos es una mujer, a quien he dado a conocer el día del idioma en la feria del libro. Se trata de Balbina Hernández, prima de José Hernández, autora de una gramática publicada en Salta en 1887. Este material es pobre como gramática, pero interesante como esfuerzo de la primera mujer autora de una gramática.

-¿Se planteaba entonces algún cambio respecto a la lengua de España?

-En la época independentista hubo una tendencia a mantener castellano y no aceptar español para designar nuestro idioma, porque castellano se refiere a una región de España, en cambio español aludía a un régimen y a un gobierno del cual nos estábamos separando en ese momento, de modo que políticamente convenía llamar castellano y no español. Eran tales esos intentos de no acusar la presencia del gobierno español en la lengua que por ejemplo se intentó cambiar el nombre de pejerrey, porque en la segunda parte de lo constitutivo de su palabra estaba "rey". Se lo llamó pez de río. Lo mismo sucedió con los caballos "reyunos" o caballos del rey. Se los empezó a llamar caballos "patrios". Esta designación perduró para los caballos que son del Estado y no corresponden a particulares. En cambio el pejerrey no logró evadirse, se impuso pejerrey. Sin embargo, nunca hubo ni hay ahora en Argentina vocación de separatismos.

-¿España asume una posición hegemónica en la sanción de la lengua?

-Los que dicen torpemente y con ignorancia que España maneja esta realidad lingüística en forma absoluta no se han percatado de que ha cambiado por completo la política lingüística de España respecto de América. España sabe perfectamente que de diez hablantes, nueve son hispanoamericanos, de modo que no se le puede ocurrir poner su marca en todo como si fuera el centro del idioma. Además ahora no lo pretende; si antes lo hizo, hoy no tiene esta actitud. En estos momentos está apoyando claramente la manifestación de las diferencias regionales, es decir del Río de la Plata, la región Andina, la Centroamérica. Por ejemplo, el voceo argentino está absolutamente reconocido. El deseo es marcar la identidad y que ésta se acuse, aún en la tonada. Que se puedan distinguir las distintas regiones del país: un cordobés de un correntino o un puntano o cuyano. Otros elementos, junto con el fónico, en la búsqueda de la identidad son la terminología y la fraseología, además de otros que tienen que ver con la sintaxis.

-¿Cómo se concreta esta búsqueda de la identidad a través de la lengua?

-En este momento, con una comisión especial, estamos ultimando el Dicionario Panhispánico de Dudas, un trabajo donde se marcan las coincidencias generales y las diferencias regionales. Así, nosotros seguiremos diciendo "placar" sin "d" final y no está mal. En cambio en otros lugares le llamarán "close" y otros "closé". No se trata de unificar hegemónicamente la lengua. La Asociación de Academias de la Lengua -formada por veintidós academias de la lengua, incluida la de Filipinas y la norteamericana- está elaborando una obra cuyas deliberaciones iniciarán el 13 del actual los príncipes de Asturias en San Millán de la Cogolla, que es un lugar pequeño pero muy significativo en el origen del castellano. Se trata de una obra panhispánica, donde trabajamos todos los países de América en la elaboración de una gramática con diferencias regionales. Además se lanza ya una gran obra de atención fundamentalmente hispanoamericana. Se trata del Diccionario Académico de Americanismos, que va a comenzar con 100.000 palabras y va a tener 400.000 frente a las 90.000 palabras que tiene el diccionario de la Real Academia Española. Se está poniendo más firme la marca "España" en cualquier vocablo que entra en el diccionario académico, indicando con esto que España es una parte y no el todo. En este sentido hemos avanzado mucho en defensa de las peculiaridades nacionales y regionales.

-¿Cómo podrán subsistir las diferencias en un mundo globalizado?

-Hay que ser muy torpe para querer ser separatista en un momento donde el mundo nos está presionando hacia la globalización. Disponemos de un idioma que fonéticamente es muy simple y permite a quien lo habla viajar por todo un continente y llegar incluso a Canadá y ser entendido y viajar a España sin problemas, cosa que no puede hacer un francés o un alemán. Por esto no podemos despreciar la búsqueda de razones de unidad. Aquí juegan un rol clave los medios de comunicación porque son un factor importante para la cohesión del idioma. A partir de ellos se podría buscar la "globalización del español", es decir qué palabras del español están más difundidas en la comunidad hispanohablante, y no las que maneja España. Así si auto se usa más que carro y que coche, usemos dominantemente auto. También está penetrando la idea de una lengua común en las telenovelas y posiblemente suceda en el campo del cine, aunque aquí no se está tan avanzado. Tenemos que tener nuestros equipos para hacer las traducciones y no esperar las de Miami.

-¿Cuál será el "diccionario" referente para los periodistas?

-El equipo que ha elaborado el Diccionario Panhispánico de Dudas discute ahora qué cosas son más importantes en este diccionario, que para los medios va a ser importantísimo. En principio se presentará en formato virtual y permitirá consultar cualquier duda, más allá de las ortográficas. El diccionario va a tener 7.000 entradas y va a ser el más completo de todos. Este diccionario va a ir por delante del Drae. Esto se va a anunciar en el III Congreso de la Lengua Española e incluso se va a distribuir una muestra con las principales secciones a los periodistas. Finalmente saldrá impreso en marzo del año próximo.

-¿Qué espera del Congreso?

-Creo que va a significar una puesta al día de la discusión de temas como la identidad nacional y el idioma, y una puesta en escena del problema de la lengua para que sea repensado. Ademas será una oportunidad para tomar conciencia, por parte de los hispanohablantes, de cuál es la problemática sobre la que hay que discutir, para que los gobiernos establezcan políticas lingüísticas y culturales cada vez más acertadas.

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Pedro Barcia participa en la elaboración de dos nuevos diccionarios.

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