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 lunes, 11 de octubre de 2004

Represiones y represiones

El concepto "represión" admite diversas acepciones o matices. Hay distintos tipos de represiones, según su origen, sus medios, modos, objetivos y destinatarios. La represión puede emanar de cualquier autoridad pública o privada, de un grupo, de un simple individuo y también hay autorrepresiones. La represión puede ser estatal o privada, provenir de una autoridad legítima o ilegítima. Puede procurar mantener, restablecer o alterar un orden que a su vez puede ser justo o injusto. Sus destinatarios pueden ser un individuo, un grupo o un pueblo. La represión puede ser necesaria, inevitable, racional, razonable, moderada, proporcional, provocada o bien brutal, irracional, desproporcionada, innecesaria, excesiva, superflua, etcétera. Por lo tanto, axiológicamente, la represión puede ser valiosa o desvaliosa, contribuir a defender o restaurar valores o por el contrario a preservar o entronizar disvalores. Puede funcionar como una medicina o como un veneno, e incluso como medicina en dosis inapropiada pueder ser peor que la enfermedad. En síntesis la represión es calificable como legítima o ilegítima de acuerdo a las variables esbozadas. En consecuencia, es falso el dogma político que se empeñan en imponer sectores políticos de que la palabra "represión" es mala palabra, de que toda represión es ilegítima y por ende que el Estado, la policía, docentes, padres, etcétera, no deben reprimir bajo ninguna o casi ninguna circunstancia. Una represión es justificada cuando alguien legitimado para ello opone una fuerza apropiada para vencer una violencia injustificada, para preservar o restaurar un orden justo, mantener el imperio de la ley y garantizar así el pacífico ejercicio de los derechos y libertades. Si la violencia ilegítima no cede ante la disuasión o persuasión se impone que las legítimas autoridades ejerciten la fuerza necesaria para restablecer la legalidad, es decir que repriman adecuadamente. En sociedad, inevitablemente surgen conflictos. Para la solución justa de los mismos está el Estado. La esencia del Estado es imponer un orden estatal, es decir que el monopolio de la fuerza lo detente exclusivamente el Estado para asegurar mediante la fuerza el orden jurídico, las decisiones de la Justicia y evitar así la resolución de los conflictos por la violencia de los particulares, lo cual llevaría a un máximo de violencia, al triunfo de los fuertes y no de los justos, es decir a la anarquía, al caos y la miseria. En consecuencia, para justificar su existencia, cumplir su rol primordial, el Estado no puede renunciar al ejercicio racional de la fuerza, es decir a la represión cuando es menester. De lo contrario sus autoridades se deslegitiman y provocan la desobediencia civil o autodefensa. Los funcionarios competentes que no reprimen cuando deben hacerlo están incumpliendo sus funciones e incurriendo en una grave responsabilidad ante sus ciudadanos, ante la historia

y ante Dios.

Raúl Miguel Ghione



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