Año CXXXVII Nº 48536
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 06/10
Autos 06/10
Turismo 03/10
Mujer 03/10
Economía 03/10
Señales 03/10


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 10 de octubre de 2004

Infrecuente fallo por una agresión en un boliche de Fisherton
Condenaron al cobrador de una disco por desfigurar a un joven
Dos patovicas participaron del ataque y eluden la pena: uno hará tareas solidarias, el otro está prófugo. Ocurrió en 2002

Jorge Salum / La Capital

La Justicia condenó a tres meses de prisión en suspenso al empleado de una disco que participó de la paliza propinada por dos patovicas a un cliente, al que entre los tres desfiguraron el rostro a golpes. Curiosamente, ninguno de los custodios involucrados en el caso corrió la misma suerte: uno pidió la probation, con lo que evitó la condena a cambio de la obligación de realizar tareas solidarias, y el otro todavía está prófugo pese a que ya pasaron dos años y medio desde la agresión.

Además de los tres meses de prisión de cumplimiento condicional que recibió como sanción, el condenado deberá hacerse cargo de las costas del juicio y tendrá que realizar tareas solidarias en una escuela especial.

Así lo dispuso en diciembre del año pasado el juez en lo Correccional Nº 10, Daniel Fernando Acosta. Aunque su fallo fue apelado por el condenado, ahora la Sala III de la Cámara Penal lo ratificó y lo convirtió en cosa juzgada.

El episodio que originó este veredicto ocurrió el 10 de marzo de 2002. Fue en Grunge, un local bailable ubicado en Córdoba al 9800, en el barrio de Fisherton. La víctima es un joven llamado Pablo que por entonces tenía 21 años. Recibió una feroz paliza cuando se divertía en compañía de un par de amigos y un rato después hizo la denuncia.

A Pablo lo atacaron dos patovicas, a quienes luego se sumó el encargado de cobrar las entradas a los clientes de la disco. Entre los tres lo golpearon varias veces en el rostro. Un ojo se le cerró por completo y toda la cara sufrió las secuelas de los puñetazos.

El que terminó condenado es el que cobraba las entradas. Tiene 33 años y, según él mismo declaró en el juzgado, es maestro. Ahora tendrá que donar 15 horas de trabajo a la escuela especial Padre Pelletier, de Virasoro 710, como parte de su condena.


Habrá cumplido
La situación de sus cómplices en la paliza contra Pablo es muy distinta. Uno de los dos patovicas, de 27 años, admitió su responsabilidad en el episodio y pidió la suspensión del juicio (probation). A cambio se comprometió a realizar 15 horas de trabajo solidario en el mismo establecimiento educativo. La resolución que dispuso la aplicación de este beneficio data de noviembre de 2002, pero en los tribunales no había ayer certeza de que se hubiese cumplido (ver aparte).

El segundo patovica y último integrante del trío agresor está prófugo desde que ocurrió el episodio. Aunque el juez libró varias órdenes de captura en su contra, la policía nunca pudo ubicarlo. En diciembre de 2003 hizo la última. Aunque la causa en su contra por este caso ya está prescripta, técnicamente sigue prófugo y la Sección Seguridad Personal de la Unidad Regional II aún tiene orden de detenerlo.

Se llama Santiago Lomenzo y se estima que tiene unos 28 años. Según la descripción que en su momento aportaron Pablo y los testigos de la paliza, mide alrededor de 1,75 metros y es muy robusto. Su último domicilio conocido es en una casa de la cortada Cabanellas al 800, en Fisherton. En Grunge todos le decían Pelado.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Notas Relacionadas
Débiles controles de la pena sustituta


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados