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 domingo, 10 de octubre de 2004

"Emprendedorismo", la propuesta del brasileño
Dolabella: "El Estado es muchas veces un obstáculo para los emprendimientos"
Impulsa una disciplina que trabaja sobre "la capacidad de identificar oportunidades y transformarlas en riquezas"

Eugenia Langone / La Capital

No habla de gestión de emprendimientos o de microemprendimientos, sino de "emprendedorismo". El brasileño Fernando Dolabella, fundador de la consultora Starta y creador de programas para los niveles primario, medio y universitario, es uno de los impulsores de esta disciplina en Latinoamérica a la que define como "la capacidad de identificar oportunidades y transformarlas en riquezas". Aclara que no es un concepto económico, sino "social y cultural para el cual es indispensable la democracia" y dispara contra los gobiernos: "Los sistemas legales y tributarios están hechos para los que más tienen, entonces el Estado es muchas veces un obstáculo a los emprendimientos".

Dolabella, que dio una charla en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario, creó en Brasil programas de enseñanza de "emprendedorismo" que se desarrollan en el nivel primario y en más de 200 instituciones de enseñanza media y superior. Es autor de nueve libros y a través de la consultora Starta -creada en 1990- ofrece cursos presenciales y on-line, y consultorías para planes de negocio.

-El surgimiento de microemprendimientos en Argentina aparece como un fenómeno posterior a la crisis económica de 2001 ¿Es realmente un fenómeno nuevo en América latina?

-Tanto en Argentina como en Brasil el mundo para el que fuimos preparados es un mundo donde las personas conciben el trabajo sólo como un empleo en relación de dependencia. Entonces las empresas tienen que generar puestos de trabajo y las personas les dan su conocimiento. Pero ésta es una actitud absolutamente pasiva. El conocimiento sólo representa el 5 por ciento de una actividad emprendedora, mientras que el 95 por ciento restante es en realidad la capacidad de identificar oportunidades y transformarlas en riquezas, eso es el emprendedorismo. En Argentina y en Brasil, el flujo de empleo generado desde las empresas desapareció, entonces las personas deben generar su propio trabajo. Este es un fenómeno antiguo, pero está resurgiendo por la caída del modelo tradicional que nos acompañó por tres siglos, donde el Estado y las empresas producían trabajo. El problema es que ahora el Estado ya no es emprendedor y la lógica de las empresas es reducir personal.

-Pero usted no lo plantea como un concepto económico, sino social...

-El emprendedorismo no es una noción económica porque quien produce justamente en términos económicos lo hace en función de dos factores: conocimiento y poder. En cambio, para tener emprendedores necesitamos ante todo una democracia, es decir, igualdad de oportunidades. Entonces, el emprendedorismo es un fenómeno cultural que tiene que ver con la capacidad de innovar de la gente. Entonces, es un fenómeno social.

-¿Qué características tiene entonces un emprendedor?

-Es una persona que tiene estímulos culturales suficientes para crear, pero eso también implica que viva en una sociedad que estimule la innovación. En cambio, en el esquema tradicional la persona no es más que el operador de un sistema que no tiene estímulo alguno.

-Pero en países como Argentina o Brasil, con altísimos índices de pobreza, qué papel juega el Estado para cambiar este modelo del que usted habla...

-Es justamente el Estado el que tiene que crear un sistema regulatorio de apoyo a las personas, que es nada menos que la democracia. Son las jerarquías y la burocracia las que exterminan la capacidad de innovación de las personas, las amarra y las inhibe, pero a la vez necesitamos de esta última para hacer que las cosas funcionen. Incluso en las familias son los padres los que inhiben las características emprendedoras de los chicos en su crianza.

-¿Hay alguna receta para no fracasar en un emprendimiento?

-No, pero hay que tener en cuenta algunas cosas. Primero, todos somos emprendedores. Entonces, para encarar un emprendimiento hay que consultar al corazón porque es un proceso emocional, no es tecnológico. Segundo, el emprendedor tiene que hacer algo que le guste, cosa que no es fácil de pensar porque siempre nos hicieron regir por modelos: doctor, ingeniero y abogado. Tercero, hay que formular un sueño, esa es la llave del emprendedorismo. Después hay que conocer profundamente el ambiente del negocio que pretendo encarar: quién va a consumir, la rentabilidad del negocio, la producción y todo eso. A partir de allí, tendrá que establecer redes con personas y organizaciones; pero además, deberá conocerse como persona. Tener la capacidad de liderar es saber comunicar un sueño para poder seducir a otros para que financien mi proyecto, para que trabajen conmigo, para que consuman. Por último, hay que hacer un plan de negocio para planificar el emprendimiento antes de ponerlo en práctica. Todo esto sirve tanto para la General Motors como para quien quiera vender pororó, es la base para todos.

-Pero usted parte siempre desde la base de la igualdad de oportunidades...

-Sí, aunque América de Sur raramente vivió en democracia. Es verdad que tanto en Argentina como en Brasil se puede votar y hablar, pero eso no es democracia porque no hay igualdad de oportunidades. En estos países los dineros públicos financian a las grandes empresas, mientras que a los pequeños emprendedores les resulta difícil conseguir financiamiento. Y los sistemas legales y tributarios de los Estados son tan complejos que es imposible emprender algo y muchas veces son un obstáculo para los emprendimientos porque están hechos para los que más tienen. Esto sucede porque el Estado no es democrático e incluso los sistemas educativos apuntan a preservar las posiciones sociales. Entonces, emprendedorismo es construir nuevas relaciones sociales, lo que implica un proceso lento porque es cultural pero es indispensable para el cambio.

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"Para tener emprendedores se necesita democracia, es decir igualdad de oportunidades", sostuvo Dolabella.

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