| Olimpia vivió una jornada histórica 1.600 años después Olimpia vivió un día especial con la disputa de la prueba de lanzamiento de bala de los Juegos Olímpicos de Atenas, con lo que la competición volvió a su cuna más de 1.600 años después de su abolición en 393 después de Cristo.
El ganador era lo de menos. Todo era simbolismo. Era la fiesta de Olimpia. Por primera vez pudieron competir las mujeres en el antiguo estadio y la estadounidense Kristin Heaston, que fue eliminada en las calificaciones, tuvo el honor de ser la primera en romper esa asignatura pendiente.
Para una atleta en particular, la griega Kalliopi Ouzoni, que tampoco pasó a la final, el momento fue muy especial. "No puedo describir mis sentimientos. Me siento pequeña en este lugar donde todo empezó. Fue fantástico competir en un lugar que estaba prohibido a las mujeres", dijo.
Esta vez, los colosos de la bala no desfilaron desnudos, con aceite de oliva y arena en sus cuerpos para protegerse del sol, sino con la ropa de las marcas patrocinadoras de los equipos nacionales.
El mítico Pafsidias, un viajero que recorrió Grecia en el siglo II y cuyos escritos han servido para conocer mucho de los Juegos en Olimpia, no fue el único periodista, sino que 290 de los 5.500 informadores acreditados en los Juegos de Atenas estaban presentes.
La participación no estuvo reservada sólo a atletas de origen griego y que pudieran probar su ascendencia helena. Hubo atletas de todo el mundo, lo que junto a la presencias de mujeres y periodistas, fueron las mayores novedades, pero el resto fue similar.
Los lanzadores, al inicio y al término de la prueba, pasaron debajo del arco de Eco, vestigio del túnel por el que desfilaban los atletas de la antigua Grecia entre 776 a.C. y 393 a.C., camino al estadio.
En aquel tiempo, el arco era el inicio de un túnel que servía de amplificador para anunciar el nombre del vencedor. Un anunciador se ponía en una esquina y se apoyaba en la acústica del túnel para gritar el nombre del ganador a los espectadores.
"Pasar por debajo del arco te emociona. Es algo que te supera. Tratas de disfrutar cada segundo y te sumerges en la historia", dijo el estadounidense Adam Nelson, el mejor en las calificaciones.
Los atletas pudieron descubrir, tras pasar debajo del arco, los vestigios de la historia de Olimpia. Pudieron ver la base (lo único que se conserva) de las estatuas de todos los vencedores de la Olimpia antigua.
Y es que los lanzadores fueron los únicos que tuvieron acceso a las ruinas adyacentes al estadio, que fue originalemente un santuario dedicado al dios Cronos, habitado en la época sólo por sacerdotes y que los atletas ocupaban cada cuatro años con la celebración de los Juegos.
Los campeones de bala pudieron admirar las ruinas de los templos de Zeus y de Heras, el gimnasio, la palestra (donde se entrenaban los luchadores) y el taller de Fidias, el famoso escultor griego.
Olimpia se volcó, con 300 voluntarios de la región, para preparar el evento y durante los últimos diez días, el estadio estuvo cerrado al turismo.
Panagiotis Stathopoulos, voluntario y profesor de primaria de la vecina población de Pissa, estaba contento. "Los Juegos ahora pertenecen al mundo entero. En el siglo IV después de Cristo, mi población Pissa, a 3 kilómetros, tuvo una guerra con Elida, a 40 kilómetros, por la pertenencia de los Juegos", dijo.
Y es que en los alrededores de Olimpia, que hoy ya es una municipalidad, sólo había casas de pastores hasta principios del siglo pasado. Desde entonces se ha desarrollado una ciudad en la que predominan los restaurantes y las tiendas de recuerdos.
Y parte de ello se lo deben al francés Pierre de Coubertin, cuyo corazón está enterrado cerca del estadio. Olimpia vivió una jornada histórica. (AFP) enviar nota por e-mail | | |