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 lunes, 16 de agosto de 2004

De la alegría a la desazón sin escalas

Luis Castro / La Capital

Y otra vez la misma historia. La desazón nuevamente se hizo presente en el Coloso y golpeó con dureza los corazones rojinegros. Esos que latían al compás de una ilusión generada por la llegada de algunos refuerzos con nombres y apellidos superconocidos. Pero claro, "los torneos no se ganan sólo con figuras", definió con justeza Sebastián Domínguez, sino que hay que demostrar en una cancha la capacidad que se pueda tener para ser el protagonista principal que se insinuó antes que comenzara a rodar el Apertura.

Como en cada arranque de un torneo, la gente llegó esperanzada con ver al nuevo Newell's del Tolo, ese que armó para ir a pelear el título. Hubo una preparación especial, con pretemporada en Necochea (muchos refuerzos llegaron después y eso se nota), para exhibir la chapa de candidato. Pero en la primera presentación, precisamente en el Coloso donde debe mostrar su mejor cara, la Lepra hizo agua.

Apenas unas ráfagas de fútbol despertaron algún que otro grito de la tribuna en el primer tiempo, pero la paciencia se fue consumiendo. Y después del golpe de Zárate que hizo tambalear la estructura rojinegra, lo que en un comienzo era toda alegría se transformó en el clásico y repetitivo grito de repudio hacia sus propios jugadores: "Y pongan huevo las p... que los p...".

¿Y Gallego? En los primeros minutos dio indicaciones, se mostró, gesticuló a horrores y volvió loco al juez asistente. Pero después del mazazo del goleador de Vélez se escondió en el banco y no salió más. Salvo cuando decidió sacar al pobre de Supermario (pagó con todas las culpas colectivas, sobre toda las del DT por haberlo incluido a pesar del pobre estado físico), al que aplaudió y alentó mientras en la tribuna sólo se escuchaban silbidos.

Después, lo de siempre. Con un conjunto silbado y un entrenador carente de respuestas para definir tamaña desilusión. Y tratando de encontrar la excusa justa y necesaria para zafar del momento.

Campeón es la palabra que tratará de armar Gallego y sus muchachos en el imaginativo juego del ahorcado. Pero después del primer intento no pudo quedarse con ninguna letra. Por supuesto que esto recién empieza y aún hay tiempo para poder alcanzar la meta, pero habrá que trabajar. Y mucho.

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