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 lunes, 16 de agosto de 2004

Proliferan los cazarrecompensas en Afganistán

Can Merey

Kabul. - Maulawi Muhammad Siddiq se disponía a desayunar con su familia cuando los tres estadounidenses ingresaron por la fuerza en su casa en Kabul. Los atacantes estaban armados hasta los dientes. Dispararon tiros, tras lo cual Siddiq, su hermano y otros familiares fueron atados y secuestrados. Siddiq es juez del Tribunal Constitucional afgano.

A comienzos de julio la policía liberó a los civiles que estaban en manos de los autodenominados combatientes antiterroristas liderados por Jonathan K. Idema. Finalmente, se realizará en Kabul el proceso contra estos cazarrecompensas. El juez a cargo del caso espera poder emitir su fallo.

Los estadounidenses mantuvieron a Siddiq y a otros detenidos de la misma forma en una cárcel clandestina en Kabul. Lo obligaron a acostarse boca abajo en el suelo. "Nadie se da cuenta, si te matamos y te arrojamos en el desierto", habría amenazado Idema al juez Siddiq, para que dijera quién de los detenidos era el "terrorista" más importante.

Le derramaron agua helada sobre el cuerpo, los tres primeros días de cautiverio no pudo comer, ni ir al baño ni rezar. En total estuvo 12 días en poder de los estadounidenses. Otras víctimas relataron que fueron colgados de los pies y golpeados. Lo que no está claro es por encargo de quién Idema secuestraba a grupos de afganos y aparentemente torturaba. Este estadounidense, de 48 años, sostiene que trabajaba para el Pentágono. El pago que recibiría eran las recompensas millonarias que EEUU ofrece por los integrantes de la lista de terroristas más buscados. Sin embargo, el juez Abdul Baset Bakhtyari dijo que Idema, ex soldado de las Fuerzas Especiales, no presentó pruebas para respaldar esta afirmación. "Aquí en Afganistán, Idema nunca formó parte de las tropas de la coalición", dijo el portavoz del ejército estadounidense Jon Siepmann.

Idema y sus hombres habrían realizado sin problemas durante todo un año su persecución personal de terroristas en Kabul. En vista de la gran cantidad de representantes de las fuerzas de seguridad y de los servicios secretos en la capital afgana parece ser dudoso que hubieran podido hacer su trabajo sin que nadie se diera cuenta. El camuflaje fue sin embargo lo suficientemente bueno como para actuar a espaldas de la tropa internacional Isaf.

"Fuerza de Tarea Sable Siete" se autodenominada el grupo liderado por Idema, y parecía ser una de las numerosas "Task Forces" estadounidenses que operan en Afganistán de manera más o menos encubierta. "El tipo llegó acá con una manera convincente", dijo el portavoz de la Isaf, Chris Henderson. Idema vestía un uniforme sobre el que tenía cosida la bandera estadounidenses y hablaba como un soldado.

Hay mucha gente de seguridad con anteojos de sol, que viaja en vehículos con vidrios polarizados por Kabul. "A esas personas no le hacés ninguna pregunta", dijo Henderson.

En tres oportunidades, a fines de junio, la Isaf envió a expertos en explosivos a razzias ilegales tras recibir una llamada telefónica de Idema. A comienzos de junio, un integrante de la Isaf preguntó por qué "Sable Siete" en realidad nunca cumple con el protocolo oficial de servicio. La respuesta del ejército estadounidense fue que no existe una Task Force con ese nombre.

Lo que sin embargo no quiere decir que los estadounidenses no hubiesen estado en contacto con Idema desde hacía tiempo. A comienzos de mayo entregó al ejército estadounidenses a un presunto sospechoso de terrorismo. Tras dos meses de interrogatorios se determinó que no se trataba de la persona buscada. Un error desagradable, según las fuerzas de combate estadounidenses, pero que puede pasar en la guerra contra el terrorismo.

"No sólo para mí, para todos los afganos es increíble que pudiera ocurrir algo semejante", dijo el juez Bakhtyari en referencia a la caza de terroristas por cuenta propia. En caso de ser condenados, Idema y sus hombres pueden recibir una pena de hasta 20 años de cárcel que deberán cumplir en Afganistán, explicó el juez.

Los afganos, pero también la Isaf y las tropas estadounidenses, esperan que desaliente a otros cazarrecompensas de realizar delitos similares. Todos ellos temen que en Afganistán estén operando más grupos de mercenarios, que especulan con recibir las recompensas millonarias que Estados Unidos ofrece por la captura de terroristas. (DPA)

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