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 sábado, 14 de agosto de 2004

Mil historias de un rebelde que eludió a la Justicia

En el sur mendocino hay mil historias sobre Vairoleto. Tantas que resulta difícil separar las reales de las inventadas por el imaginario popular. Fue asaltante, fugitivo, agricultor, padre de familia y buen vecino. También se hace casi imposible establecer con certeza cuáles fueron los ilícitos de los que participó debido a que, tanto las autoridades policiales como la gente, le endilgaba cualquier hecho dudoso. Sí existe documentación que avala su presencia en General Alvear y le atribuye robos y otros hechos allá por 1927.

Fue blanco de persecuciones de la policía y el Ejército porque se rumoreaba que planeaba un asalto al Banco de la Nación. Otra historia cuenta que en 1931 lo buscaba la policía de La Pampa y, para tal fin, se dividieron en dos grupos que por error terminaron a los tiros entre ellos con el saldo de un policía muerto.

La historia más reiterada da nota de un operativo montado por policías de Mendoza, La Pampa y San Luis con un despliegue inusual para la región. Se dice que incluso se utilizó una avioneta para perseguir a Vairoleto y sus hombres. Cuando los uniformados lograron alcanzar a los bandidos, comenzaron a disparar sobre ellos pero poco después notaron que habían sido engañados, estaban tirando sobre muñecos construidos con ramas y mantas. Sobre una colina cercana los malhechores abrieron fuego contra los policías pero sin intención de dañarlos: a uno le cortaron las riendas, a otro lo taparon de tierra a balazos y a un tercero lo tumbaron del caballo. Cuando lograron recuperarse del susto la banda ya había escapado.


Sociedad con Mate Cocido
También le endilgan una sociedad con "Mate Cocido", donde habrían perpetrado varios atracos contra La Forestal en los montes chaqueños. En 1932 la policía atrapó a algunos integrantes de la banda de Vairoleto, quien un par de años más tarde y después de otros hechos de resonancia, decidió retirarse y dedicarse a una vida más tranquila junto una joven que había conocido en General Alvear, Telma Ceballos.

En una chacra que le regaló un amigo en la colonia San Pedro de Atuel pasó sus últimos años utilizando el nombre de Francisco Bravo. En ese lapso nacieron sus hijas Juana y Elsa (que hasta hace nueve meses, llevaron el apellido materno. Vairoleto no había podido anotarlas por su condición de fugitivo y la Justicia no reconoció la paternidad hasta hace pocos meses).

Un ex compañero cambió su libertad por encontrar a Vairoleto y delató su domicilio. Avisó a los policías, quienes durante la madrugada del 14 de septiembre de 1941, rodearon la casa y mantuvieron un intenso tiroteo con Vairoleto. Este, temeroso por la seguridad de su esposa y sus hijas decidió, como tantas otras veces, eludir a sus perseguidores. "Dio vuelta la pistola y se disparó en la cabeza", contó su viuda. "Yo lo vi, después de pegarse el tiro cayó lentamente hacia atrás y allí entró la policía y le tiraron, pero ya estaba muerto", relató Telma, aunque la versión oficial asegura que lo mató la policía.

De ese modo, Vairoleto emprendió su más larga huída, su más brillante escape, burlándose de los perseguidores. "Una vez mas Juan Bautista Vairoleto, huyó. No pudieron con él sus enemigos, sedientos de sangre y venganza. Una vez más burló el cerco y cabalgó hacia pampas infinitas, hacia espacios inconmensurables. Una vez mas eligió la insolencia y la dignidad", escribió su nieto Fabio Erreguerena. Murió el hombre, nació el mito.

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