| sábado, 14 de agosto de 2004 | Oficialistas y opositores En un país libre y progresista, donde el pensamiento y la palabra tienen que ser libres, no puede haber gobernantes que traten a los opositores como enemigos. Los que se oponen y critican al gobierno son preferibles a los que ante los graves problemas de la Nación se esconden detrás de una cortina de silencio. La oposición, con su misión de control y vigilancia, no debe desaparecer nunca del escenario político dejando al oficialismo el vacío de la descarada impunidad. Por supuesto este derecho debe ejercitarse a través de debates
-que son el lenguaje de las democracias-con orden, verdades y respeto; y sin reproches, cargos ni enconos. Además de estéril es difícil individualizar los errores y las culpas en hombres, partidos o grupos; ni es justo descargarse de responsabilidades que a todos alcanzan: a unos por lo que hicieron y a otros por lo que no hicieron o permitieron hacer. Oficialistas y opositores deben aceptar la cuota que les corresponda y compartir la pesada tarea de revertir la difícil situación actual.
Carlos Alberto Parachú enviar nota por e-mail | | |