Año CXXXVII Nº 48469
La Ciudad
Política
Economía
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Información Gral
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Salud
Autos
Escenario


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 01/08
Mujer 01/08
Economía 01/08
Señales 01/08
Educación 31/07
Campo 31/07


contacto

servicios

Institucional

 miércoles, 04 de agosto de 2004

Falleció Cartier-Bresson, maestro de la fotografía y el reportaje gráfico

Maestro de la fotografía y padre del reportaje gráfico, Henri Cartier-Bresson (1908-2004) falleció el lunes pasado a los 95 años en su casa de Vaucluse (Framncia), informaron hoy sus familiares siguiendo los deseos del artista de no dar a conocer la noticia de su muerte hasta que sus restos estuvieran sepultados.

Con su vieja Leica, Cartier Bresson recorrió los países del mundo tanto en la paz como en la guerra y en 1947 fue uno de los fundadores -con Robert Capa- de la más innovadora agencia fotográfica del mundo, la Magnum, escuela y modelo, para todos los foto-reporteros de la segunda mitad del siglo XX.

En la historia de la fotografía periodística, su método de trabajo y su estilo sirvieron de inspiración a muchos de sus colegas. Sus reportajes sobre Oriente, de 1948 a 1950, se convirtieron en clásicos del genero.

Cartier-Bresson fue testigo de los últimos seis meses del Kuomintang y de los primeros seis de la República Popular China. En 1954 fue el primer fotógrafo occidental cuyo ingreso a la Unión Soviética fue aceptado tras el restablecimiento de las relaciones internacionales. Luego vinieron series sobre Cuba, México, Canadá, la India y Japón.

Este año en París se exhibió una retrospectiva suya con fotografías, dibujos, films, recuerdos de infancia, que esbozaron un retrato vital del mítico fotógrafo, que todavía solía andar con su Leika a cuestas.

"Me enseñaron la rebelión", algo que "más que nunca" está de actualidad en vista de la "creciente diferencia entre norte y sur y la forma desvergonzada en la que el sur es explotado", señaló en una entrevista reciente.

Uno se hace fotógrafo "mirando", dijo el fotografo al que el museo del Louvre sirvió de "escuela de la mirada": "Iba allí para mirar y copiar. Es muy importante el reinterpretar".

"¿Cuál es la diferencia entre una cámara de fotos y el diván del psicoanalista?", interrogó una vez Cartier-Bresson. El mismo se contestó: "Al hacer un retrato se espera registrar el silencio interior de una víctima que lo consiente".

El artista siempre concibió a su cámara como un "cuaderno de dibujo", algo que se revela en los negativos ampliados a cuerpo entero, en la utilización de objetivos accesibles -apenas un gran angular, el normal y un teleobjetivo corto-, en una cámara simple como la Leica y en su desprecio por las técnicas especiales de laboratorio.

En 1932, cuando expuso por primera vez en la Julien Levy Gallery de Nueva York, un crítico de arte opinó que sus fotografías eran "equívocas, ambientales, antiplásticas y accidentales".

Veinte años después, no necesitó cambiar de estilo para ser considerado uno de los máximos creadores de la fotografía: sus imágenes reflejan con sensibilidad los momentos aparentemente ordinarios de la vida.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue tomado prisionero por los alemanes, pero logró escpar e integrarse al movimiento de la Resistencia. En ese período hizo retratos de Matisse, Bonnard, Braque y Claudel.

La galería de retratos de personajes famosos parece contradictoria con el concepto de la fotografía que expuso el artista en 1952: "la vida captada en el instante decisivo, o la organización obsesiva de las formas vistas a través del rectángulo del objetivo con la experiencia vital del fotógrafo como su principal ingrediente".

Con su "teoría de los instantes decisivos", logró la famosa imagen del matrimonio Irene y Frederic Joliot-Curie (1944), tomada de manera repentina apenas le abrieron la puerta -Cartier-Bresson tenía el temor de que se arrepintieran-, mientras que la del poeta Ezra Pound (1971) tardó más de una hora y media. El tiempo que ambos se miraron fijamente en medio de un silencio total.

En oposición a su pasión por captar retratos subrepticios, Cartier-Bresson siempre se negó a ser fotografiado. Uno de los motivos que daba era que no quería convertirse en una persona pública: necesitaba ser anónimo, para vagabundear por las calles con su pequeña y silenciosa cámara.

En los últimos años, hacía retratos de manera excepcional, pero todavía deambulaba con su Leica en una mochila, junto a un pequeño frasco de pimentón que le añadía al té, una costumbre que adquirió durante su estancia en México. (Télam)

enviar nota por e-mail

contacto
buscador


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados