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 domingo, 01 de agosto de 2004

Un boliche de parroquianos en Baradero
A una hora y media de Rosario se conserva la pulpería El Torito. Recorrida por los viveros de Colonia Suiza

En la ciudad bonaerense de Baradero, cercana a San Antonio de Areco y separada de la provincia de Entre Ríos por el Paraná Guazú y el caudaloso Paraná de las Palmas, la oferta turística propone adentrarse en la vida cotidiana de los establecimientos rurales y conocer la historia de la antigua pulpería El Torito. Nació allá por 1880 como almacén de ramos generales y despacho de bebidas y se encuentra a la vera del Camino Real, una ruta histórica por la que transitaron políticos, artistas y gente de la cultura.

En la proveeduría rural fundada por don Esteban Peratta, que fue sitio de esparcimiento de los gauchos que habitaban las chacras cercanas, ahora se venden dulces, quesos caseros, aperos y otros trabajos de talabartería.

Para los visitantes ya es un ritual acodarse en el largo mostrador y tomar un trago fuerte junto a las rejas que en los viejos tiempos separaban el salón de los parroquianos de las pesadas estanterías donde se amontonaban porrones de ginebra y botellas de caña. Las rejas se instalaban para impedir los frecuentes saqueos de los cuatreros. Era una medida de seguridad que tomaba el propio pulpero que agradecía tanto a los lugareños como a los peregrinos que se detenían a descansar.

Considerada una de las últimas pulperías bonaerenses y la única de Baradero, el valor estético e histórico de El Torito se encuentra en su construcción original, con forma de capilla, levantada con ladrillos de adobe y pisos de pinotea. Aún ahora, en el palenque que está en la entrada, es común encontrar caballos atados aguardando la salida de sus dueños.

Con el tiempo se fundó el Club Atlético El Torito donde se realizan los bailes de Navidad y Año Nuevo, además de actividades gauchescas como doma, jineteadas y carrera de sortijas.

El club posee además un teatro único en la zona para obras teatrales y festivales musicales, con capacidad para 500 espectadores. Resulta interesante admirar las paredes enteladas, la excelente iluminación y acústica y el gran escenario por el que pasaron elencos consagrados de nuestro país.


A campo abierto
También vale la pena visitar Colonia Suiza, cercana a Baradero, que se levanta en tierras ligeramente onduladas y arboladas por los colonos que la habitan. Es un lugar para recorrer sin apuro, disfrutando de un paisaje tan bello como bucólico.

Allí está la escuela que los suizos construyeron en 1905 rodeada por las diecinueve casuarinas que plantaron los primeros alumnos. Gran parte del mobiliario del colegio fue donado por turistas de esa nacionalidad que visitaron el establecimiento.

En el predio de 15 kilómetros cuadrados se levantan casas de campo, hospedajes, bungalows, restaurantes, una capilla, ferias artesanales y viveros donde crecen cactus y flores.

Otro atractivo de Baradero es el Aero Club fundado en 1946, con un hangar para siete aviones y una estación meteorológica. Aquí los turistas pueden disfrutar de vuelos cortos y acceder al museo aeronáutico.

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Vista panorámica de la plaza MItre, en el centro de la ciudad.

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