| sábado, 24 de julio de 2004 | ¿Qué hay después del maíz transgénico? Exportadores y analistas debaten el futuro de la demanda. Calidad, precio y biotecnología El camino de la demanda maicera se diversificó en los últimos años, producto del desarrollo de semillas capaces de expresar propiedades diferenciadas y de la biotecnología. La liberación del maíz resistente al glifosato es vista como una herramienta para darle competitividad frente a la soja pero al mismo tiempo abrió el debate entre los actores de la cadena del cultivo.
Juan Gear, de la exportadora que lleva su nombre y que tiene en la exportación de maíces diferenciados una de sus actividades principales, recordó que "diez años atrás los mercados pedían un maíz dentado o colorado". En cambio, actualmente, "el maíz, junto con los demás granos, está involucrado en el debate sobre OGM o no". El 40% de la superficie en Argentina ya está cultivada con maíz Bt.
Gear pidió ser cuidadoso al respecto, ya que "los mercados compradores se bancan más fácilmente la soja transgénica porque no hay alternativa, pero en el maíz la cosa es diferente".
Recordó que Argentina, segunda o tercera exportadora mundial del cereal según la intervención de China en el mercado, ganó posiciones en el mercado europeo cuando Estados Unidos comenzó a liberar OGM's que no estaban aprobados en la UE. De la misma manera, señaló Gear, hay importantes mercados como Corea y Japón que, si bien no ponen trabas, dan prioridad al maíz de Brasil porque en ese país no hay ningún tipo de maíz transgénico. "Compran a la Argentina según el spread que tiene con Brasil", explicó.
"Europa, que habitualmente importa alrededor de 2,5 millones de toneladas, este año importará debido a la seca alrededor de 6 millones de toneladas, de las cuales 500 mil corresponden a maíz flint argentino", explicó.
El tema es complejo ya que, según señalaron también en el congreso, la liberación del maíz RR reduciría al menos un 5% los costos en las zonas más más alejadas de los puertos, donde el flete condiciona la competencia con la soja.
Pero el tema va más allá del debate sobre transgénicos o no. El crecimiento de la producción de carnes en el mundo alimenta nuevas demandas de la industria de balanceados, que a la vez promueven nuevos desarrollos en la cadena de valor.
En este mercado, Argentina se ha convertido en uno de los principales jugadores a nivel mundial. Federico Vartorelli, de a firma Renessen (el joint venture de Cargill y Monsanto para desarrollar y comercializar especialidades), señaló que a cinco años de aparición ya se llevan producidas 2 millones de toneladas de maíz con alto contenido de aceite, un producto que se hace por contrato e integrando la cadena valor.
La firma presentó su programa Mavera, que apunta a fidelizar a sus proveedores incrementando los incentivos que ya reciben por sembrar esa especialidad y también a los clientes, es decir los integrantes de la cadena ganadera de los países a los que llegan. La ventaja de estos productos es que "se trabaja con demanda firme ya que se realizan a pedido". La clave del éxito, aseguran en la empresa "es que realmente se genere valor y que toda la cadena participe".
Algo que parece tener claro Armando Casalins, de la Federación de Acopiadores, al hablar sobre las posibilidades del acopio y la logística para operar en un sistema de oferta segregado por calidad. "la infraestructura para segregar se arma, siempre y cuando haya una prima que justifique al empresario hacer esa inversión", señaló.
Vartorelli explicó que existen distintos tipos de maíces especiales. "Están los que presentan una composición de grano única, limitados a unos pocos usos específicos, como el maíz pisingallo, el colorado duro, el blanco y el dulce", describió. Otro grupo, describió, es el de aquellos maíces que se diferencian por el sistema de producción, como el orgánico y no el transgénico. Por último, están los maíces que, a través del mejoramiento genético modifican su composición para mejorar la eficiencia de la industria que los utiliza. En este lote se incluyen los maíces de alto milosa, los de alto amilo-pectina (waxy) y los maíces de alto aceite.
"La siembra de maíces especiales (pisingallo, maíz colorado duro y MAV) representa hoy alrededor del 10% del total del área sembrada en Argentina. El pisingallo está destinado básicamente a la producción de golosina, el colorado duro a la elaboración de copos, sémolas y harinas para consumo humano, mientras que el MAV presenta un 100% más de aceite y 20% más de proteína que un maíz común, pro lo cual es demandado por los productores de pavos, pollos y cerdos.
Para Gear "en el futuro veremos el crecimiento de la demanda de maíces diferenciados como aquellos de alto contenido en aceite, de aminoácidos esenciales, de proteínas o de características nutracéuticas incorporadas al maíz, así como a otros cultivos".
La ruta de la biotecnología Sergio Uhart, de Dow Agrosciences, mencionó a la calidad nutritiva entre uno de los siete caminos de la biotecnología vinculada al maíz. Señaló en ese sentido que estos desarrollas apuntan a la cantidad y calidad de proteínas, cantidad y calidad de aceite, calidad forrajera (relación tallo-hoja, baja lignina), vitamina A, Zn, Fe y otros nutrientes, programas especiales para aumentar la calidad y el valor nutritivo. Otro campo mencionado por el especialista es el de las llamadas molecular farming, aprovechando que las plantas generan proteínas con azúcares con ventajas para la producción de anticuerpos, vacunas para seres humanos y animales, plásticos biodegradables, etcétera.
Los otros caminos de la biotecnología, según Uhart, recorren el control de insectos, el control de malezas o tolerancia a herbicidas, la tolerancia a enfermedades, la tolerancia a estrés y el apoyo al mejoramiento tradicional.
Jerry Weigel, director científico del departamento de nutrición de Basf, consideró que el límite para el desarrollo de nuevos maíces "es sólo la imaginación" y aventuró que "la alimentación del ganado va a cambiar sustancialmente". Es probable, dijo, que se usen "menos anabólicos y antibióticos, y que se desarrollen híbridos específicos con los requerimiento para cada producción".
El científico fue enfático al señalar que la forma de agregar valor a la producción de maíz argentina era "convertirla en carne". Weigel dirigió el desarrollo de un maíz convencional con mayor contenido de proteína, más fósforo y más aminoácidos. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Analistas advierten sobre las trabas de mercado que puede acarrear el maíz transgénico. | | |