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 miércoles, 21 de julio de 2004

Avellaneda y Santa fe
Otra vez un uniforme policial se usó como señuelo para un asalto
Dos ladrones sustrajeron 1200 pesos al conserje y dos huéspedes de un hotel

Dos ladrones, uno de ellos vestido con un uniforme de fajina policial, habrán pensando que el pregonado repunte del turismo en Rosario podría depararles un botín suculento. Por eso anoche el dúo le apuntó a un hotel de la zona de la terminal de ómnibus, en donde encañonaron al conserje y a dos desprevenidos huéspedes para robarse en total unos 1.200 pesos en efectivo. Todo ocurrió en pocos minutos y el que llevó la peor parte fue el encargado del alojamiento, a quien le bajaron un diente de un golpe con la culata de un arma. "Viste, ahora no tenés que ir al dentista", le dijeron los hampones antes de marcharse.

Otra vez aparecieron delincuentes vestidos con uniformes o ropas similares a las utilizadas por la policía. El domingo pasado una familia de la localidad de Alvarez había sido sorprendida por un grupo que lucía vestimentas similares y que se identificó como policía. Ese mismo ardid se repitió antenoche en Rosario.

Eran cerca de las 23 cuando los maleantes irrumpieron en el hotel Avellaneda, ubicado en la ochava noreste de esa calle y Santa Fe. El edificio ocupa toda la esquina, tiene cuatro pisos, una confitería y una cochera en la planta baja. "Ultimamente se trabaja bastante bien. Creo que los chorizos pensaron que habría más plata", comentó horas después del asalto y con un toque de humor el dueño del albergue, Adolfo González, un inmigrante español que llegó a esta tierra hace 60 años procedentes de Asturias.


Falso agente
Con un acento tan cerrado como entrador, el empresario hotelero contó las peripecias que pasó su empleado, Carlos Devoto, de 61 años, al enfrentar uno de los tantos asaltos que padecieron en los últimos tiempos. Todo comenzó con la llegada de un hombre que vestía uniforme policial. El falso agente ingresó por la pequeña puerta que da sobre Avellaneda y avanzó directamente hacia el mostrador, detrás del cual se encontraba Devoto.

En principio, el recién llegado se mostró amistoso, y le preguntó al conserje si allí se encontraba alojado un oficial. De acuerdo a la versión que aportó González, Deboto dudó y por eso consultó el libro donde figuran los datos de los huéspedes. Enseguida, el empleado contestó que allí no había nadie con el apellido requerido y el uniformado dio medio vuelta y enfiló hacia la calle. "Entonces apareció otro hombre más y ahí sí, sacaron las armas y le pidieron la plata", narró Adolfo.

Devoto entregó unos 400 pesos que tenía entre sus bolsillos y en la caja fuerte del local. A todo esto llegaron dos huéspedes que habían salido un par de horas a dar una vuelta y se toparon con el atraco en pleno desarrollo. "Los agarraron a los dos y también les quitaron el dinero. Uno dijo que le sacaron 700 pesos", agregó Adolfo.

Todo concluyó cuando los ladrones metieron a las tres personas en una oficina trasera y les advirtieron que no salieran. Así ganaron la calle otra vez y desaparecieron. González maneja el hotel Avellaneda junto a su hermano hace 24 años. Hace casi 60 que ambos llegaron a Argentina desde Asturias. "Nos venimos de chiquitos, yo tenía 16 años, aunque acá había familiares. Siempre estuvimos en el ramo, y acá ya nos asaltaron varias veces", sentenció.

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