| miércoles, 21 de julio de 2004 | Editorial La integración como bandera Días pasados, en ocasión de sesionar en el Distrito Oeste, el Concejo Municipal aprobó por unanimidad un proyecto del Ejecutivo que permite incluir en el Programa Rosario Hábitat al asentamiento irregular La Palmera. La decisión ha permitido poner en marcha los mecanismos tendientes a lograr la expropiación de los terrenos privados que ocupa esa villa.
La medida beneficiará a unas 150 familias de muy humilde condición económica instaladas en el triángulo que forman la avenida de Circunvalación, calle Estación Aguiar y las vías del ex ferrocarril Mitre. Ese grupo de gente situada muy por debajo de la línea de pobreza vive en casillas precarias de chapa y madera; escasas son las unidades que presentan algún grado de consolidación dada la utilización de ladrillos y bloques. Una parte de los habitantes del asentamiento, localizado en su mayor parte en propiedad privada y en menor grado sobre terrenos ferroviarios, recibe los beneficios del Plan Jefas y Jefes de Hogar, otros dependen de trabajos inestables que les permiten cubrir de modo mínimo la subsistencia. Ninguna de las familias es capaz de alcanzar una solución a su problema habitacional con recursos propios. Al igual que las familias de otros asentamientos irregulares, no han tenido acceso a los mercados formales de tierra y vivienda y han ocupado predios libres, en su momento no tenidos en cuenta por el proceso de desarrollo urbano formal de la ciudad.
Uno de los objetivos del Programa Rosario Hábitat que impulsa el municipio es precisamente transferir la propiedad de la tierra a los beneficiarios, en este caso los actuales ocupantes del asentamiento. El Servicio Público de la Vivienda, encargado de la ejecución del programa, solamente puede intervenir y realizar mejoras en terrenos de propiedad municipal, de ahí la necesidad de declararlos de utilidad pública y de interés social, y expropiarlos para permitir la regularización urbanística y de dominio de La Palmera.
La finalidad perseguida es loable: poner fin a la existencia de dos ciudades superpuestas en un mismo espacio. Una pobre y excluida, y otra rica e incluida en las actividades económicas, sociales y políticas. El cuadro de situación expuesto afecta a todos los rosarinos, ya que la ocupación irregular del suelo incide en el conjunto de la ciudad generando inseguridad y discontinuidad en el desarrollo de la urbe. Contribuye también al entorpecimiento de la circulación vial, acceso de servicios y extensión de las redes de infraestructura. Las 150 familias de La Palmera tienen sobrados motivos para sentirse parte integrante de la gran ciudad. Acaso por primera vez en mucho tiempo están recibiendo el trato que todo ciudadano merece. La medida adoptada habla de una Rosario solidaria, capaz de tender una mano a los más necesitados. Habla, también, de una ciudad donde en un futuro no lejano acaso se alcance una mayor igualdad de oportunidades. enviar nota por e-mail | | |