| miércoles, 21 de julio de 2004 | Sociedad y memoria Amnistía Internacional asegura que la tipificación de los delitos de lesa humanidad data desde mediados del siglo XIX, pero recién al finalizar la Segunda Guerra Mundial el Tribunal Internacional de Nüremberg los enumera. Y más recientemente, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, sancionado el 17 de julio de 1998, e incorporado a Naciones Unidas, dictamina que se entenderá por "crimen de lesa humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población. Encarcelación u otra privación grave de la libertad física, tortura, violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable. Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales o religiosos; desaparición forzada de personas; el crimen de apartheid y otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física. Susana Cabal es autora de la carta de lectores del martes 13. Pide la perdurabilidad de un bar en la esquina de Córdoba y Moreno por sobre la instalación en ese mismo lugar del museo de la memoria que recordará los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura militar Argentina. La señora Cabal asegura que ese museo tendrá una memoria parcial y por lo tanto dice que es preferible que funcione allí un bar. Es muy probable que la señora Cabal sea ignorante de todo lo dicho en las líneas anteriores. Es muy probable que también ignore que el mundo ya no discute el repudio a los asesinos. Es muy probable que la señora Cabal aún no entienda que los militares argentinos usurparon el poder del Estado, una y otra vez. Y que contaban con todos, absolutamente todos los medios legales para encarcelar y juzgar a los presuntos guerrilleros y, sin embargo, eligieron hacerlo por fuera de la ley, convirtiéndose ellos en algo peor a lo que aseguraban combatir. También ignora o prefiere desconocer que un bar podrá estar en cualquier sitio, pero la memoria está donde debe estar, en su lugar. Porque el bar en cuestión ocupa el edificio donde se enseñoreaban el crimen y la tortura. Es muy probable que la señora Cabal no sea la única ignorante de estas cuestiones... y esto es lo que asusta: que además de la ignorancia exista una convicción ideológica de demasiada gente.
Lalo Puccio
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