| domingo, 18 de julio de 2004 | Perspectivas de una causa con final abierto Hay una palabra que suena cada vez más fuerte en los triubunales bonaerenses: impunidad Norberto Casanello Casi todo lo que hasta ahora se resolvió en la causa por el homicidio de María Marta García Belsunce está en apelación. Y lo único que tiene un fallo firme de la Suprema Corte -la revocatoria de la libertad de Carlos Carrascosa- no se cumple por la decisión del juez Diego Barroetaveña de desprocesar al viudo y regresar el caso a fojas cero.
La maraña judicial es por demás complicada. El 17 de febrero último, el fiscal Diego Molina Pico dio por concluida la investigación preparatoria y requirió llevar el caso a juicio oral, acusando a Carrascosa como coautor del crimen de su mujer.
El juez tardó unos tres meses en resolver el pedido del fiscal. Finalmente, decidió anular todo lo actuado por Molina Pico. Eso, fue apelado y ahora deberá recorrer todas las instancias judiciales para tomar estado firme. Después vino la recusación del fiscal dispuesta por Barroetaveña por pedido de la defensa del viudo, la que también fue apelada en durísimos términos por Molina Pico.
El 1º de julio último, ante una presentación de los abogados del viudo, la Cámara Penal recusó al presidente de ese mismo tribunal, Fernando Maroto, quien también apeló la medida. Mientras tanto, la investigación continúa paralizada.
Los argumentos de la defensa de los imputados se basan en una supuesta animosidad de Molina Pico y de Maroto, que según dicen les hicieron perder objetividad.
CONTRAATAQUE En cuanto a la pesquisa, los abogados de Carrascosa aseguran que no existió encubrimiento del crimen. Así, intentan neutralizar la principal tesis de la fiscalía de que hubo un pacto de silencio mafioso convenido por familiares de la víctima y sus socios comerciales, no sólo para ocultar el homicidio sino otras supuestas actividades ilícitas.
Para atacar la teoría del encubrimiento, los abogados cuestionan la pericia realizada por el Conicet que halló vestigios de la Gotita en las heridas de bala de la víctima para tornarlas imperceptibles durante el velatorio.
La tesis de la defensa es que si no hubo encubrimiento y dejando libre la hipótesis que el asesinato pudo haberlo cometido cualquiera. Los abogados también objetan otro punto central de la investigación realizada por Molina Pico: que el viudo estaba en la casa cuando se cometió el homicidio y no en lo de su cuñado Guillermo Bártoli viendo los partidos de fútbol como había dicho.
Para eso, la fiscalía contó con el testimonio de cuatro personas. Una de ellas, la mucama de los Bártoli, dijo que en la casa a esa hora no había nadie. Los tres restantes, precisaron que lo vieron unos minutos antes del crimen en el bar del country tomando lemoncello.
Los abogados sostienen que esos testigos mintieron y que uno de ellos no estaba en ese bar en el momento que dijo haber visto a Carrascosa. Ahora, la defensa consiguió que el juez pusiera en duda esos testimonios.
Todas esas cuestiones -las recusaciones y las pruebas del fiscal- podrían llegar a la Suprema Corte de Justicia, que deberá resolver en última instancia. Pero el recorrido es largo y tortuoso.
En los Tribunales bonaerenses las opiniones son dispares y muy variadas en cuanto al final que podría tener el caso García Belsunce. Pero las palabras impunidad e influencias del poder suenan cada vez más fuertes.
Lo cierto es que el fiscal Diego Molina Pico y el juez Diego Barroetaveña no pueden convivir más en la misma causa. Concluidas las apelaciones, uno de los dos deberá irse .
IMPREDECIBLE Si es el juez quien se retira, el caso será llevado a juicio oral y entonces se sabrá si realmente fueron Carrascosa y la plata sucia los responsables del asesinato.
En cambio, si se cambiara el fiscal y prosiguiera Barroetaveña, los abogados ya tienen a quien acusar. Todo indica que apuntarían al vigilador del country José Ramón Alejandro Ortiz y al ex vecino Nicolás Pachelo. Tal vez, quién sabe, logren probarlo.
Ellos, junto con la masajista de María Marta, fueron los únicos que se presentaron voluntariamente a la extracción de sangre para comparar sus patrones genéticos con el de las manchas de sangre halladas en el escenario del crimen. Los análisis les dieron negativos.
Pero en este resonado caso García Belsunce nada es previsible. Algunos -irónicamente, claro- hasta llegan a insinuar que María Marta quizá no haya sido acribillada a tiros, que el pituto calibre 32 largo encontrado debajo de su cuerpo sangrante pudo haber sido un herraje de estante y que la pobre mujer sufrió un trágico accidente al resbalarse en la bañera.
Y tal vez dirán que la historia golpea dos veces. La madre de Carlos Carrascosa murió en Córdoba al caerse en la bañera. Cosas de la vida.
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