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 domingo, 18 de julio de 2004

Púa está enojado y se iría de Arroyito
No le traen lo que quiere y advirtió que podría partir

En Central reina el desconcierto y ya no parece tan difícil que el técnico dé un paso al costado. Los últimos acontecimientos irritaron muchísimo a Víctor Púa y el enjambre es tal que hasta podría bajarle el pulgar a Juan Pablo Raponi, el volante izquierdo que ya acordó su préstamo y que fue traído por la empresa Squadra, la misma que arrimó al entrenador a Arroyito. El clima está caldeado, varios no saben qué trole hay que tomar para seguir y en las próximas horas puede haber definiciones importantes. O llegan los refuerzos que necesita o el uruguayo se va.

Púa no ocultó su fastidio. Lo expuso en toda su dimensión el viernes a la mañana cuando llegaron Martín Gianfelice y Robinson Zapata a sumarse al plantel y no les dio ni la hora. El enojo tenía que ver con que, además de no pedirlos, con el arquero colombiano Central cubrió el cupo de extranjeros, ya que tiene al boliviano Raldes, al uruguayo Meloño y al chileno Acuña (aunque este último aún no firmó el nuevo vínculo) y así no puede sumar al centrodelantero que pretendía.

Después de la venta de Herrera, donde le metieron de prepo a Gianfelice y Zapata, Púa quería más que nunca un centrodelantero. Pero la presencia del colombiano le abortó la posibilidad de que venga el venezolano Christian Cáceres, de quien le había gustado mucho su actuación en la última Copa Libertadores jugando para Maracaibo.

También habría tenido un uruguayo y un paraguayo como alternativa pero la traba es la misma y sabe que en el mercado argentino no hay un jugador de su gusto. El único que podría satisfacerlo hoy por hoy es Aldo Osorio, quien iba a jugar en Rusia pero a último momento no fue y parece que su representante, Jorge Cysterzpiller, no quiere traerlo a Central.

¿Entonces? Púa montó en cólera y el viernes a la noche, al enterarse de que Juan Pablo Raponi, un jugador que no tenía como prioridad, había acordado su incorporación, les habría puesto un ultimátum a los directivos: o le traían dos refuerzos de jerarquía o se iba.

Lo curioso es que Squadra acercó a Púa y ahora también a Raponi, por quien el uruguayo habría dado el consentimiento inicial. Pero ahora parece que no lo quiere, lo cual parece indicar que está también molesto con la empresa que lo trajo o que es la gota que rebasó el vaso.

Y esta situación habría puesto entre la espada y la pared a los directivos, que se encuentran desconcertados e intuyendo que se viene la noche. Es más, algunas fuentes allegadas a la comisión confiaron que varios se sorprenden del poco conocimiento que tendría Púa de los jugadores del fútbol argentino (no hay que olvidarse que hacía 14 años que no dirigía en un club) y se molestan porque al fin el primero que llegó, Meloño, fue pedido por él y también ocupa plaza de extranjero.

¿Hay alternativas? Sí, pero el tiempo apremia y no es un dato menor que en las últimas tres noches los dirigentes hayan cenado con el entrenador, o que un representante de Squadra lo haya acompañado todo el jueves cuando se definía lo de Raponi. Pero parece que no hay calmante posible.

Una salida podría ser que desliguen a Zapata, pero con el colombiano habría un compromiso ineludible. Otra, que no le renueven el vínculo a Acuña, pero hay una deuda importante con él que podría complicar a Central en la convocatoria y además el chileno es hoy muy importante, a menos que traigan en su lugar a Herrón. Y por último, que arrimen pronto a dos refuerzos de jerarquía, sobre todo un centrodelantero, algo improbable. ¿Entonces? Nadie parece tener hoy una respuesta concreta y el cambio de técnico ya no parece una utopía.

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Púa parece sentirse solo y por eso, ahora sí, sopesa concretamente la chance de renunciar.

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