| domingo, 18 de julio de 2004 | Cine /Crítica Los estrenos bajo la lupa de Escenario . "Good bye Lenin": la vieja necesidad de creer en ideales Calificación: 4 estrellas. Intérpretes: Daniel Brühl, Katrin Sass y Maria Simon. Dirección: Wolfgang Becker. Duración: 118 minutos. Género: comedia dramática. Salas: Siglo, Cairo y Village.
La repetida metáfora que supuso la caída del muro y sus posteriores hipótesis y especulaciones sobre el futuro de las ideologías, encuentra en "Good Bye Lenin" una nueva lectura. El filme profundiza en las reacciones íntimas de los personajes ante el estruendo público que implicó la unificación de Alemania. El filme aborda dos líneas narrativas: la que sigue a la madre en su caída al infierno de las pasiones conyugales después que su marido la abandona, con posterior ascenso al limbo del idealismo, y la del hijo, que toma la posta cuando ella se recupera de un coma. La mujer ingresa en ese estado antes de la caída del muro y lo supera después que su patria socialista se esfuma. Ella está obligada a permanecer en reposo e imposibilitada de experimentar emociones violentas, por lo que su hijo reconstruye un mundo privado. En esa especie de ficción todo sigue como antes de enfermar. Para que ocurra son necesarios una búsqueda frenética de marcas de alimentos que ya no existen, hasta noticieros falsos donde se justifique la irrupción en la realidad de alguna señal de los cambios que ella ignora. El director y coguionista del filme, Wolfgang Becker, evitó la tentación de representar la nostalgia por el pasado. Sólo toma algunos signos para analizarlos desde una perspectiva desapasionada. Prefiere enfocar las razonables catástrofes íntimas y mostrar el rigor que requiere enfrentar hechos que no admiten vuelta atrás. Becker dosifica con inteligencia las escenas emotivas y no exagera en su representación. Cuando muestra imágenes de archivo o inventa noticieros de televisión, aún cuando habla de decadencia o frustración, el director sortea con ingenio el recurso de la lágrima fácil.
"Garfield": un gato que no siempre cae bien parado Calificación: 3 estrellas. Intérpretes: Breckin Meyer y Jennifer Love Hewitt. Dirección: Peter Hewitt. Género: comedia. Duración: 79 minutos. Salas: Cairo, Siglo y Village.
Aun sin ser para nada pretenciosa, "Garfield" cae en ese vicio que las películas infantiles de Hollywood vienen repitiendo desde hace tiempo: conformar a niños, adolescentes y adultos, y que todos salgan del cine con una sonrisa cómplice y ganas de más pochoclo. Pero, al final, la película no hace ni una cosa ni la otra. El filme está dividido en dos partes: en la primera se presenta al personaje. Ahí los más chiquitos se quedan afuera. Garfield es un gato malcriado, egoísta, manipulador, calculador, es, en suma, la corporización de una insufrible mascota posmoderna. Los chicos, cuando no están aburridos, sólo se ríen porque Garfield se atraganta con su lasagna, y no mucho más. Algunas escenas incluyen lejanos guiños a otras películas (como la olvidada "Negocios riesgosos", con aquel joven Tom Cruise), todos detalles completamente accesorios. En la segunda parte se puede decir que empieza la acción. El problema es que estas dos partes son como imanes de polos iguales: por un lado hay una historia demasiado lineal, demasiado bobalicona, destinada a que los más chicos entiendan claramente quiénes son los malos y quiénes son los buenos, y por otro lado está esa característica ambivalente de Garfield, que cambia de engreído y egoísta a enternecedor y altruista de una escena a la otra. Así las cosas, ninguno de los dos planteos resulta del todo efectivo. Para los adolescentes falta humor y picardía, para los más bajitos falta vértigo y aventura, y para los adultos falta Bill Murray, la voz original de este Garfield, que aquí se pierde por completo por culpa del doblaje.
enviar nota por e-mail | | |