| miércoles, 14 de julio de 2004 | Diez años de impunidad Se cumplen diez años del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia). Desde entonces, la población aguarda que los instigadores, autores intelectuales y hacedores materiales aparezcan y reciban el castigo que merecen. Al igual que muchos otros genocidas, gozan de impunidad. Los familiares de las víctimas claman por justicia pero no hay respuestas claras y concretas. Lo cierto, en realidad y como lo enunciaba un libro publicado años atrás, es que sólo hay cortinas de humo, discursos y promesas, acusaciones cruzadas entre funcionarios de los diversos gobiernos y una década con muertos sin sepultura, con heridas abiertas, quien sabe por cuánto tiempo más. Resulta inadmisible que se aniquilen vidas en instantes y que los autores de semejante horror puedan exhibir sin pudor su perversidad sin condena. Acaso es posible que algunos pretendan olvidar que fueron capaces de dinamitar una ciudad, Río Tercero, y que al presente, también los responsables institucionales son impunes asesinos, capaces de destruir a cientos de personas, simplemente para encubrir negociados. Ahora bien, entonces, cuando la muerte de seres inocentes reinó por doquier no escuchamos las voces airadas de los que hoy claman por seguridad: ¿acaso hay muertos de primera y de segunda categoría? Jamás se encuentra a los profanadores de tumbas en cementerios judíos, jamás aparecieron los que atentaron contra la mezquita capitalina, ¿acaso porque son esbirros del poder de turno, acaso porque el racismo resulta funcional a todo un sistema de injusticias? A tantas preguntas, otras tantas respuestas pendientes y otros tantos huevos de serpientes incubándose.
Carlos A. Solero
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