| miércoles, 14 de julio de 2004 | La toma de la pastilla Desde sus comienzos, el psicoanálisis se enfrentó con las resistencias de la gente y de la sociedad, que se oponían a reconocer sus fantasías reprimidas. Hoy, después de más de cien años, esta oposición ha cobrado fuerza, se ha organizado e institucionalizado. Gana terreno la tendencia a considerar las enfermedades mentales y psicosomáticas como de origen orgánico y genético. Se descarta, cada vez más, la influencia de los factores sociales, familiares y psicológicos. En un país como la Argentina, en donde se lee y se piensa cada vez menos, disminuye la cultura, se distorsiona la realidad, y se vive al borde del ataque de pánico, es lógico que haya un aumento del pensamiento mágico regresivo, característico de la infancia, y que el país se encuentre en la situación en que está. En tales condiciones, hay quienes prefieren tomarse una pastilla mágica antes que intentar comprender lo que realmente les pasa. Esta debilidad de las personas es aprovechada por instituciones y corporaciones, que nos doran la píldora con fines económicos. Aparte de los casos en los cuales la utilización de los fármacos está perfectamente indicada, muchos ingieren medicamentos para no comprender el origen de sus problemas. En estos casos, la pastilla se usa para no pensar: para que no piense el médico que la indica y tampoco el paciente que la toma. Esto contribuye al sometimiento, al embrutecimiento de la gente y al empeoramiento de las afecciones, que no son tratadas adecuadamente y por sus causas. Los países subdesarrollantes se ven favorecidos por este fenómeno, al cual contribuyen. El pueblo permanece sedado y calmo con sus fármacos. En general, las clases que deberían ser las más pensantes son las que consumen en mayor proporción estos "remedios". La toma de la pastilla, vano remedo por su consonancia, de los episodios parisienses que fueron una de las causas de nuestra independencia, constituye, en cambio, un acto de sumisión y servidumbre.
Alejandro Sicardi, médico docente de la Facultad de Medicina de la UBA
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