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 domingo, 04 de julio de 2004

Reportaje
Eliseo Verón: "Internet es un campo salvaje sin reglas ni normas de uso"
El destacado semiólogo revisa su obra sobre medios gráficos mientras profundiza "el fenómeno general de las mediatizaciones"

Orlando Verna / La Capital

Eliseo Verón está revisando su obra y mientras mira hacia atrás dice que el raconto no le produjo nostalgia, sino más bien sorpresa "por cosas que ni me acordaba". Ya había hecho un flashback cuando hace dos años apareció "El cuerpo de las imágenes" (Norma), con artículos referidos a la televisión. Esta vez le tocó a los medios gráficos en "Fragmentos de un tejido" (Gedisa) y para su presentación en el Centro Cultural Ross estuvo en Rosario. Quizás el semiólogo argentino más respetado del mundo; profesor de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad de París VIII y hoy de la Universidad de San Andrés, donde dirige una Maestría en Periodismo; y autor de textos como "Semiosis social", "Perón o muerte", "Construir el acontecimiento" y "Efectos de agenda", Verón sigue preocupado por la comunicación política y los propios mass medias, hoy en un contexto infocomunicacional. Dice que actualmente está profundizando "el fenómeno general de las mediatizaciones" y que los estudios en recepción fueron escasos, han aumentado y con ellos se cierra un círculo y se abre otro, como en una espiral: el de comenzar nuevamente a revisar los contratos de lectura de los medios.

-¿Insiste en que el problema más actual de los fenómenos comunicacionales es repensar el modelo de receptor?

-Uno puede decir eso en relación a la comunicación. En la mayor parte de los casos el modelo del actor está implícito y nadie se lo plantea como tal. El cruce de la televisión con la comunicación política, en especial el fenómeno de las campañas electorales televisivas que modifican los mecanismos básicos de la democracia, ha planteado muy fuertemente ese tema del actor. Porque en la teoría inicial, que es económica, el actor es racional-instrumental e intenta una maximización de los beneficios. Transportado al campo político el modelo se complica y se ha intentado hacer del homo politicus, un homo economicus un poquito arregladito.

-¿Eso significa que la decisión política es como una decisión de compra?

-Se ha discutido mucho en el campo de la teoría política. Mucha gente tiende a creer que la aparición del homo economicus no funciona en el campo político. Para que se cumpla el principio racional entre el cálculo y la obtención de los beneficios el tiempo debe ser corto; si ese período se alarga la relación es problemática.

-¿Por qué?

-Porque pone en juego la cuestión de la identidad del actor, porque yo estoy haciendo un cálculo de beneficios que voy a obtener diez años después y ¿cómo sé que dentro de diez años me va a interesar lo mismo que ahora? Este es un problema que se plantea también en el ámbito de la teoría económica. El tiempo político, por definición, es más largo, eso significa que estoy votando por tiempos más largos que el de una campaña de jabones o de yogurts. Es el gran tema que se plantea en las teorías no comunicacionales y después también en las teorías comunicacionales. El único concepto que puede explicar ese comportamiento racional, o que sería supuestamente racional en un plazo mediano o largo, es el de confianza. Yo no puedo operar como sujeto si no confío. Es una confianza bien complicada porque primero tengo que confiar en que, el que dijo que va ha hacer algo, lo va a hacer, y sobre eso los argentinos tenemos bastante experiencia. Y segundo, tengo que confiar en mi propia identidad porque de golpe dentro de diez años ya no quiero lo que quiero ahora. Es un sistema muy complicado que en el ámbito de lo político no funciona como modelo.

-¿La confianza es un fenómeno racional o irracional?

-Vaya uno a saber, pero está claro que esa noción de confianza excede el campo de la teoría económica. Cuando los economistas descubren que los fenómenos mediáticos afectan el comportamiento de la bolsa, se quieren suicidar.

-¿Cree que el campo de la comunicación es un buen lugar para repensar la cuestión de los actores?

-Pero no es el único, es un buen lugar dado que la mayor parte de las teorías económicas y las teorías políticas fueron pensadas sin la presencia de los medios de comunicación, y en esos campos se habla como si la televisión, la prensa y la radio no existieran. Es como que están por ahí, no se sabe dónde, tomando decisiones. Entonces, cuando se plantea la cuestión del papel de los medios es un buen momento para repensar a estos actores.

-¿Hablar de los medios incluye a Internet?

-Hay allí cosas diferentes para analizar y no creo que se hayan hecho todavía, me parece prematuro hablar de Internet.

-¿Cuánto habrá que esperar para tener algunas certezas?

-Hay que reconocer que los tiempos de análisis se han acortado, pero me parece importante aprender de la historia. La historia muestra que los discursos proféticos que acompañaron la emergencia de los medios de comunicación se equivocaron, todos, sin excepción. Lo que se dijo del cine en su origen no tiene nada que ver con lo que fue y es así en cada uno de los otros casos. Con respecto a Internet yo prefiero esperar un rato a ver qué pasa. El cine nació hace 109 años y las primeras teorías razonables son de los años 40 y 50. Llevó 50 años empezar a pensar el cine y tener una buena teoría sobre el cine. Ahora se están empezando a hacer algunas cosas razonables con respecto a la televisión, pero eso es muy reciente. El tiempo de la investigación no es el tiempo de los medios. Seguro que hay cosas que van a cambiar todo, pero qué y cómo no sé.

-¿Sigue creyendo que falta investigación en recepción?

-En 15 años ya hay una buena acumulación de trabajos, pero se adolece siempre porque siempre hay algo que se puede investigar. Además, no se trata de completar el último capítulo que es el de la recepción y después nos ocupamos de otra cosa. Ese último capítulo va a obligar a repensar todos los otros capítulos nuevamente.

-Entre esos capítulos, de producción y recepción o reconocimiento, está el de la regulación que usted asocia al concepto de circulación, esto es la articulación entre la oferta y la demanda. ¿Las nuevas tecnologías han modificado esa circulación?

-Ya ha habido algunos síntomas. Internet ha multiplicado geométricamente las fuentes del periodista, por ejemplo, pero la enorme dificultad es el control de esas fuentes. El caso de las fotos de Irak (sobre los prisioneros abusados por soldados norteamericanos e ingleses) dio muestra de una de las virtudes de Internet: hoy es más difícil ocultar la información.

-¿Cómo influye la velocidad en la nueva circulación de esas informaciones?

-La instantaneidad ha creado por ejemplo los diarios electrónicos. El problema es que por ahora no se sabe cuál es el negocio; y hasta que no se despeje la incógnita, esa tecnología no se va a estabilizar.

-¿La estabilización depende entonces del mercado?

-Creo personalmente que Internet es muy mala para la publicidad. Eso ya está probado, se hace lo que se puede, pero no es un buen soporte para eso. El internauta se vuelve loco y odia todo eso, y acepta sólo un botón por allí. Hay un tema de negocios que no está resuelto. Lo que en el principio de la explosión se creía que iría a ser un buen negocio, se pinchó en seis meses. Las tecnologías de comunicación no se han estabilizado en la sociedad hasta que se estructuraron negocios, y en Internet eso no está claro, nadie sabe muy bien hacia dónde va. Va a pasar algo que aglutinará colectivos de consumo que puedan estabilizar el sistema y cerrar un ciclo económico. Internet es una especie de campo salvaje donde no hay reglas y no hay normas de uso.

-¿Para qué son buenas esas nuevas tecnologías?

-Internet es un buen soporte para la microeconomía de los intercambios, alquilar un departamento o comprar un auto, a la manera de los avisos clasificados. Fue para muchos diarios un buen negocio y permitió la existencia del periodismo electrónico.

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"Internet es muy mala para la publicidad".

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