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 domingo, 04 de julio de 2004

Cuantiosa pérdida en la firma Liliana de barrio Sarmiento
Un incendio destruyó parte de una fábrica de electrodomésticos
El fuego arrasó el tercer piso del edificio. Debieron evacuar a los presos de la 10ª

Eduardo Caniglia / La Capital

Un sector de las instalaciones de la fábrica de electrodomésticos Liliana, en el barrio Sarmiento, quedó calcinado por el incendio que se desató anoche en la planta de esa firma. Al cierre de esta edición los bomberos no habían determinado las causas del siniestro, aunque vecinos dijeron que un cortocircuito en una lustraaspiradora había originado el foco. A la medianoche aún el fuego cubría el tercer piso, aunque los bomberos señalaron que el incendio estaba controlado. A pesar de la magnitud de las llamas, nadie resultó herido.

La preocupación por las dimensiones que tomaba el fuego impulsó a las autoridades de la comisaría 10ª a trasladar a los 42 detenidos alojados en el penal de esa seccional, lindero con la empresa por su ingreso por la calle Darragueira. "Por razones de seguridad a las 22 evacuamos el penal, con absoluta normalidad, a otras comisarías", dijo poco antes de medianoche el jefe de la 10ª, José Luis Divita. Por su parte, el jefe de Orden Público, Ricardo Ruiz, explicó que los calabozos están ubicados a unos "nueve metros" de la fábrica, pero "ante la posibilidad de que se derrumbe la pared medianera o se produzca algún estallido sacamos a los presos".

Bruno, un adolescente de unos 17 años, estaba a dos cuadras de la fábrica ubicada en Warnes al 1100 cuando escuchó dos explosiones, pero no les dio importancia. La tercera fue tan estruendosa que lo estremeció y corrió a la calle. Allí vio una densa humareda que invadía toda la calle y después divisó que el fuego se asomaba por el tercer piso, donde se arman los artefactos.

Cuando se habían reunido muchos vecinos y curiosos llegaron dos autobombas de los Bomberos Zapadores. En un primer momento su tarea fue tan ardua como infructuosa. La poca presión de agua conspiraba con su trabajo. Un bombero trepado a un árbol sostenía una manguera que a duras penas despedía agua, a pesar de que estaba conectada a una cuba de Aguas Provinciales. El fuego se extendía en el sector de armado de electrodomésticos que tenía un techo de chapa, pero no se propagó hacia los pisos inferiores donde están ubicadas las oficinas y parte del depósito.

Las manzanas aledañas habían quedado a oscuras porque se había cortado la luz por precaución. El fuego amenazaba con extenderse a una casa vecina a la empresa, cuyos dueños aparentemente no estaban. Finalmente quedó focalizado en la planta. La desesperación del propietario, Oscar Jacobson, y de su familia era tan elocuente que una de las hijas del comerciante sollozaba mientras comentaba a través de su celular lo que estaba ocurriendo.

En medio de corridas y el arribo de dos nuevas autobombas apareció un gesto solidario de un grupo de vecinos. En escasos minutos, se formó una cadena humana que recogió los calefactores guardados en el depósito y los apiló en la vereda. Entonces, un vecino recordó un incendio que varios años atrás arrasó con toda la fábrica.

El fuego no cesaba cuando se escucharon las sirenas de otras dotaciones. Los bomberos voluntarios de Granadero Baigorria, de Funes y una autobomba de Prefectura Naval se habían sumado a la tarea de extinguir el fuego. Recién cuando un bombero se subió a una escalera mecánica pareció que las llamas comenzaban a ser controladas. Mientras, circulaban rumores de un derrumbe del inmueble.

Uno de los hijos de Jacobson y algunos amigos entraban y salían del depósito donde estaban apilados los artefactos para el hogar. Angustiados, rescataban algunos electrodomésticos. "No sé cómo se provocó el fuego. Ahora lo único que nos interesa es salvar lo que podamos", dijo el muchacho con resignación.

La medianoche se acercaba y ocho dotaciones habían arribado al lugar. El fuego todavía cubría los restos del techo de chapa, en el tercer piso, aunque la sensación de que el incendio estaba controlado iba creciendo. "En dos horas, vamos a terminar de apagarlo", dijo tal vez con demasiado optimismo uno de los bomberos cuando el cronista de este diario se alejaba de la calle Warnes al 1100.

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Ocho autobombas y tres cubas acudieron a la planta de Warnes al 1100. A medianoche los bomberos seguían trabajando.

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