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 domingo, 04 de julio de 2004

Cena de terror con cinco encapuchados
Fue en una casa de Granadero Baigorria. Se quedaron tres horas, robaron efectivo y electrodomésticos.Cenaron durante el atraco. Amenazaron con secuestrar a un bebé y huyeron en los autos de los dueños

La hora de la cena se transformó en un calvario para una familia de Granadero Baigorria, dueña de un corralón de materiales para la construcción. Cinco hampones encapuchados irrumpieron para quedarse tres horas, amenazar con secuestrar a un bebé, juntar dinero en efectivo y electrodomésticos, cenar y escapar con todo el botín: 700 pesos, dos computadoras, un equipo de música, dos hornos a microondas y un televisor de 29 pulgadas. Todos esos elementos los cargaron en los dos automóviles de los dueños de casa, transformados en improvisados fletes, que horas después aparecieron abandonados en Pérez y en barrio Las Flores de Rosario.

Para los investigadores policiales fue un hecho grave cometido por delincuentes "profesionales que tuvieron mala información". Fuentes policiales consideraron que la banda mostró un despliegue inusual para lo que terminaron llevándose. "Se equivocaron", opinó un vocero, y agregó: "Que hayan entrado cinco tipos con pasamontañas y armados quiere decir que iban a buscar una suma mayor dinero. Creyeron que se iban a encontrar con una fortuna. Por eso quizás tal vez se llevaron los electrodomésticos al no encontrar más billetes", comentó.

Alberto Pedemonte es el dueño de un corralón de materiales para construcción ubicado en Sylvestre Begnis al 1000, en la zona oeste de Granadero Baigorria. Es un sector rural que está próximo a la autopista Rosario-Santa Fe. Pedemonte está instalado allí desde hace varios años y en el mismo predio tiene su casa, un chalé de dos plantas con techos de tejas rojas. El viernes, alrededor de las 21.30, el dueño de casa se encontraba acompañado por Marta, su mujer; Andrea, su hija; Elvio, su yerno, y el pequeño Lucas, su nieto de pocos meses.

A esa hora la familia estaba por cenar cuando todos escucharon ladrar a los perros. No se sabe a ciencia cierta de qué forma llegaron los delincuentes porque no hubo testigos. La casa de los Pedemonte se encuentra a unos 60 metros de la calle. De noche prácticamente no hay luz artificial en los alrededores. Esto habría favorecido el trabajo de la banda. "Pudieron acceder por cualquier parte. Además existen caminos de tierra cercanos a la casa, como la ruta vieja a San Lorenzo, que pudieron usar sin ser vistos por nadie", opinó un investigador de la Unidad Regional II.


Bebé en peligro
Primero irrumpieron dos encapuchados armados con pistolas. Enseguida controlaron la situación. Alberto y Elvio recibieron un par de golpes en la cabeza a modo de amedrentamiento. A las mujeres no las lastimaron, pero uno de ellos amenazó con llevarse secuestrado al bebé si no les decían donde estaba el dinero. "Queremos la plata, sino tomaremos medidas más graves", anunciaron en alusión a la criatura. Una fuente policial describió la situación como de extrema tensión. "No hubo violencia física, pero sí psicológica porque en un par de oportunidades dijeron que se llevarían al nen sino les entregaban el dinero que había en la casa", comentó un vocero de la investigación.

Una vez que toda la familia estaba maniatada y amordazada, los dos delincuentes le franquearon el acceso a tres cómplices. Después, los Pedemonte fueron conducidos hacia la plata alta de la vivienda y encerrados en un cuarto. Posteriormente, la banda comenzó a revisar palmo a palmo la casa. Fueron tres horas en las que se movieron a sus anchas y trabajaron minuciosamente en busca de dinero. Pero además de poner patas para arriba todo, tuvieron tiempo de cenar. Al parecer, la gavilla aprovechó los bocados que habían quedado sobre la mesa para darse un improvisado banquete mientras seleccionaban los artículos a llevar.


Electrodomésticos y dos autos
Según fuentes policiales, el grupo sustrajo un televisor de 29 pulgadas, un equipo de audio, dos computadoras, un celular, dos hornos a micro ondas y hasta prendas. Todos esos elementos los cargaron en un viejo Chevy Malivú y en un Renault 9, del dueño de casa, que los utilizaron con flete. Los ladrones tuvieron su yapa porque en el segundo de los vehículos había paquetes de las compras en un supermercado que la familia todavía no había depositado en la casa.

Minutos después se marcharon y fue como si la noche se los hubiese tragado. Ayer a la mañana la policía informó del hallazgo de esos vehículo que, obviamente, estaban vacíos. El Chevy apareció en España al 6300, en la zona sur de Rosario, mientras que el Renault fue ubicado en el barrio Cabín 9 de Pérez. Tenían las puertas abiertas y las llaves debajo de los asientos.

"Fueron profesionales porque estuvieron tranquilos, pero no tenían buena información. Cinco tipos para llevarse 700 pesos, electrodomésticos y dos autos de escaso valor no tiene mucho sentido. Tal vez creyeron que se encontrarían con una fortuna", opinó una fuente consultada ayer. Otro dato que llamó la atención fueron los lugares donde aparecieron los dos autos, a gran distancia del lugar del robo.

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Los hampones se llevaron vehículos.

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