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 domingo, 04 de julio de 2004

Un trabajo rebate los mitos del estado ineficiente y los privados exitosos
Ferrocarriles Argentinos: Un espejo de la Argentina perdida
Juan Carlos Cena apunta en "El Ferrocidio" contra el gobierno y los sindicatos por el desguace de los trenes

Osvaldo Aguirre / La Capital

"Soy hijo de ferroviarios y me crié en casillas ferroviarias. Entré como aprendiz calderero en Talleres Córdoba y trabajé durante cuarenta años en el ferrocarril. Para mí, caminar por las playas y los andenes es como andar por el patio de mi casa", dice Juan Carlos Cena. Esa experiencia fue la base de "El Ferrocidio", el libro que presentó el viernes pasado en el Centro Cultural La Toma.

"El Ferrocidio", publicado por La Rosa Blindada, cuenta la historia -y sobre todo la decadencia- de los ferrocarriles argentinos. Surgió de un propósito que Cena afirma como necesario: "desmitificar los supuestos eficientismo y honestidad de lo privado, como así también las mentiras instaladas de que todo lo estatal es ineficiente y corrupto".

El tiempo ha pasado, pero Cena conserva intacta la indignación. "La debacle ferroviaria comienza en 1961, con el plan Larkin, que intentó imponer Frondizi -cuenta-. Larkin era un general enviado por el Banco Interamericano de Desarrollo que hace un estudio y propone cerrar 30 mil kilómetros de vías y echar a 70 mil ferroviarios. Hicimos una huelga de 42 días, que impidió implementar ese plan".

Sin embargo "empezó una política sistemática contra el ferrocarril. Desde Alsogaray, todos los ministros de Economía que siguieron querían cerrar los ferrocarriles, por lo que nuestra resistencia fue permanente".

La dictadura militar inaugurada en 1976 asestó un golpe decisivo contra los ferrocarriles nacionales. "Echó a mucha gente y reprimió a los cuadros obreros. Por eso en la huelga de 1991-1992 nos faltó un eslabón muy grande: los veteranos de las luchas obreras, que no estaban para aconsejar a los jóvenes que dirigían esa huelga".

Además, "los sindicatos, hay que decirlo, cumplieron una función nefasta. Dirigentes como Pedraza o Maturana fueron cooptados por la corrupción y la mentira, olvidaron lo que enseñaron los viejos sindicalistas, los que fundaron La Fraternidad, el primer sindicato argentino, y permitieron todo. La corrupción fue una herramienta política para doblegar a los gremios".


Las patas de la mentira
"«El Ferrocidio» intenta terminar con la falacia de que los ingleses y franceses instalaron vías en la Argentina poniendo capitales de riesgo. Los ferrocarriles fueron siempre auspiciados por el Estado. Los ramales que se tendieron en Rosario, por ejemplo, los hizo el Estado. Todos los estudios de factibilidad los hizo el Estado", apunta Cena.

"Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo con los conservadores, pero tenían un sentido de nación. Ellos crearon lo que se llamó ferrocarriles de fomento y crearon los ferrocarriles del Estado", agrega el historiador ferroviario.

Entre las "mentiras instaladas" que Cena se propone rebatir en su libro se encuentra el argumento de que el ferrocarril, administrado por el Estado, generaba un gigantesco déficit. "Ahora el déficit se incrementó -dice-. La infraestructura sigue siendo del Estado, y todas las reparaciones las paga el Estado. No hubo reciclaje de material, no hubo modernización. Además los concesionarios reciben subsidios. Es como si alquilaras tu casa y en vez de cobrar un alquiler, le pagaras al inquilino. Los grandes trenes de carga, como el Nuevo Central Argentino, pagan un canon miserable".

El perjuicio de la decadencia de los ferrocarriles no es sólo económico. "Se suprimieron los trenes de pasajeros de larga distancia, que integraban el país y cumplían una función social. Hay 870 pueblos fantasma en la Argentina desde que se fue el ferrocarril. El último es Totoralejos, en el norte de Córdoba, donde el último habitante se fue en diciembre".

Cena también considera falso que en los ferrocarriles existiera exceso de empleados. "El mayor pico de carga que tuvo en el ferrocarril fue en 1950, cuando había 220 mil trabajadores. Teníamos 1,5 obrero por kilómetro de vía. Los franceses, con menos kilómetros, tenían 8. El ferrocarril pasó de ser una empresa que daba un beneficio público y cumplía una función social a una empresa privada con fines de lucro", argumenta.


La mística ferroviaria
Además de la historia, Cena apela a "la mística ferroviaria, que es muy potente" y podría definirse como una combinación de convicciones y sentimientos. "Nosotros somos como los pueblos aborígenes -dice-, que no están sobre la tierra sino que son parte de la tierra. Así, nosotros no trabajamos de ferroviarios, somos parte del ferrocarril. Yo entré como aprendiz, de pantalones cortos. Cuando me preguntan qué fue lo más importante del ferrocarril para mí, yo digo que me puso los pantalones largos. Porque cuando me dieron el jardinero y la camisa mi viejo no me pudo joder más".

"Yo estuve en todas las huelgas, siempre defendiendo al ferrocarril. Nosotros decíamos que para ser un buen delegado tenías que conocer tu oficio, ser un buen tipo, tener una actitud correcta con el trabajo, no ser egoísta y transmitir tu oficio. Esas eran las cosas que te decían los viejos obreros: «tenés que saber tu oficio, para reproducirlo»".

Cena está convencido de que el presente de los ferrocarriles podría ser diferente. "No hay que plantear la reestatización por sí misma -dice-. Hay que rediseñar el ferrocarril y anular algunos ramales: el enjambre de vías que sale de Buenos Aires se hizo porque los ingleses iban detrás de las tierras. Lo primero es echar a andar el ferrocarril, y rápido".

Mientras tanto recorre el país presentando "El Ferrocidio". "Lo más hermoso es que hay poblaciones -por ejemplo Tafí Viejo, Palmira, Liniers, Pigüé- donde se están recolectando firmas para que vuelva el ferrocarril, porque es una necesidad, no un lujo", dice.

Cena se desempeñó como secretario general de la Asociación del Personal de Dirección de los Ferrocarriles Argentinos (Apdfa) y fue "expulsado" de su trabajo tras la privatización. Actualmente coordina la escuela de formación sindical del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Además de "El Ferrocidio" ha volcado sus años de trabajo en otro libro -"El Guardapalabras, memorias de un ferroviario"- y compiló "El Cordobazo, una rebelión popular", un volumen de testimonios.

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Juan Carlos Cena vuelca 40 años de trabajo en su historia de los ferrocarriles.

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