| sábado, 03 de julio de 2004 | Acciones y detalles de una noche violenta El arma que se encontró en una zanja y que se le atribuyó al joven fallecido, Juan Carlos Rueda, escondía una curiosidad: no tenía ningún tipo de impresiones dactilares. "Una posibilidad es que las huellas se hayan borrado al humedecerse. Otra, que quienes usaron el arma o la llevaron hasta allí las hayan suprimido", planteó el juez de Instrucción Jorge Eldo Juárez. Como el proyectil que hirió a Rueda se extravió, no se pudo determinar si fue disparado "desde el arma reglamentaria de Rey o de la misma arma 9 milímetros hallada en la zanja".
Otro indicio de que los acompañantes de Rueda estaban desarmados lo aportó la empleada del pool donde habían estado esa noche. Allí nadie advirtió que llevaran un arma. Como vestían bermudas y remeras, resultaría "poco menos que imposible", además de incómodo, que ocultaran una pistola entre sus ropas. Los dermotest que les practicaron tampoco pudieron comprobar que hayan accionado armas.
Por otra parte, los vecinos afirmaron haber escuchado dos o a lo sumo tres disparos. Ninguno escuchó cuatro, como expresó Rey, quien dijo que repelió con dos balazos otros dos efectuados antes por la víctima. El juez también tuvo en cuenta que Aldo Rey salió a enfrentarlos "a cuerpo expuesto, corriendo por el medio de la calle, ofreciendo un blanco fácil. No lo hubiera hecho si hubiera sabido que estaban armados". enviar nota por e-mail | | |