| sábado, 03 de julio de 2004 | Reflexiones Terrorismo con diamantes Valenti Puig / ABC - España Degollar al rehén ante las cámaras de televisión está siendo una de las claves de este principio de siglo. Sentó precedente la rama turca de Hezbolá -según Walter Laqueur en su historia del terrorismo- a finales de los años ochenta. Secuestraba a sus víctimas y las torturaba ante una cámara de video. Una feminista turca fue torturada y filmada así, durante treinta y cinco horas. Ahora Al Qaeda secuestra a quien sea y le corta la cabeza de un tajo, para que la televisión Al Jazira distribuya las imágenes. No en vano terroristas de la red de Osama Bin Laden fueron entrenados en los campamentos de la Hezbolá en el Líbano. Por las declaraciones de algunos de los detenidos después del 11-S se sabe que Bin Laden tuvo un encuentro con Hezbolá en Sudán. En Europa todavía hay quien considera a los terroristas de Hezbolá como luchadores por la libertad del Líbano, tutelados por mando a distancia desde Teherán.
Lo más reciente sobre Hezbolá es la financiación que obtiene del tráfico de diamantes en Sierra Leona. Fundamentalmente, extorsiona a la comunidad libanesa que se dedica al comercio de diamantes, no siempre legal. En siniestro paralelo, el atentado del 11-M se financió con el tráfico de droga. Del desayuno con diamantes a la pipa de Kif, un terrorismo tecnológicamente descentralizado opera a sus anchas, a modo de una mano negra invisible. Con un presupuesto anual de treinta millones de dólares, la otra cara de Hezbolá está en sus bancos, escuelas, hospitales, estadios. Ahí van a parar los beneficios que rinden los diamantes de Sierra Leona y así se explica la implantación de Hezbolá en tierras palestinas, como una suerte de Estado del bienestar que transmite los mensajes del totalitarismo islamista por el canal de televisión Al-Manar, desde Beirut. En la conexión chiíta-libanesa-palestina cuentan mucho los diamantes sin pulir.
Saddam Hussein comparece ante los jueces en un Irak amenazado por un contingente todavía no cuantificado de "jihadistas" dispuestos a desestabilizar cualquier alternativa institucional al Irak de las fosas, invasor de Kuwait. Según un experto como Alexis Debat, del Instituto Montaigne, la segunda oleada de "jihadistas" extranjeros en Irak procede de la organización terrorista Ansar-Al-Islam, conectada de algún modo a Al Qaeda y con "modus operandi" similar. Saddam Hussein había perseguido a los miembros de Ansar-Al-Islam. Se reorganizaron en Georgia, Turquía y Europa para reaparecer ahora en el campo de batalla iraquí. Estamos ante tramas terroristas de extremada capilaridad y creadas a imagen y semejanza de los sistemas de red. Unos roban diamantes, otros falsifican pasaportes y otros decapitan a los rehenes, como Al-Zarqawi decapitó a Nicholas Berg hace unos pocos meses. Al-Zarqawi es considerado el principal estratega del terror en Irak y heredero de Bin Laden. La hipótesis de un Al-Zarqawi de reciente aproximación a las estrategias de Irán sería como descubrir un arsenal nuclear en el armario. La entrada en el paraíso de Alá se compra de muy diversas maneras.
En Irak, el turno es para esa tan citada clase media que padeció el terror del régimen de Saddam Hussein y tiene ahora que facilitar pacientemente el camino hacia la estabilidad y el orden. El "jihadismo" va a hacer todo lo que pueda para interponerse entre las gentes de Irak y el bienestar que pudieran alcanzar con el esfuerzo y con la ayuda internacional. Toda una generación de iraquíes se juega su destino ahora mismo. Para que ese destino les sea adverso otros andan extorsionando a comerciantes libaneses en Sierra Leona o todavía conspirando a la sombra de Irán. enviar nota por e-mail | | |