| domingo, 27 de junio de 2004 | Termina una era sin que se vislumbre la pacificación Juan Garff Madrid. - El traspaso de la soberanía en Irak a un gobierno local interino el próximo miércoles marca el fin de una era y el inicio de un cronograma sinuoso que prevé el repliegue de las tropas extranjeras que derrocaron al régimen de Saddam Hussein. El plan es retirar las tropas angloamericanas en el momento en que asuma un gobierno constitucional en Irak. La fecha fijada para ello es diciembre de 2005. Antes deben realizarse elecciones legislativas para formar un gobierno de transición y redactar una Constitución en enero del año próximo, un referéndum para la aprobación del texto constitucional en octubre y la elección del gobierno constitucional iraquí en diciembre.
En cualquier país del mundo sería ésta una agenda política intensa que presentaría innumerables dificultades. Pero en el caso de Irak convergen dos fuentes de acontecimientos hoy imprevisibles que condicionan seriamente el curso planeado. Por un lado, está claro que ya en los días previos al traspaso se intensificará la resistencia tanto a las tropas de ocupación como a quienes sean visualizados por sus enemigos como sus aliados iraquíes. Si los militares estadounidenses y británicos se abroquelan en fortalezas inexpugnables, serán efectivos policiales y militares iraquíes, personal civil extranjero y políticos locales los blancos de atentados. O directamente la población civil de modo indiscriminado, con el objeto de sembrar el terror para desalentar toda participación popular en el proceso político diseñado por la Administración Bremer.
Parece además poco probable que el pleito se defina en el plano militar dentro del plazo de un año y medio. La indeterminación de frentes en una guerra de acciones guerrilleras y terroristas de diverso origen y de protagonistas difíciles de distinguir entre la población civil lleva a las tropas de intervención a perder la iniciativa, una vez logrado el objetivo de la ocupación territorial, que se demuestra insuficiente para pacificar el país.
Entretanto, el calendario no avanza solamente en Irak. En noviembre se celebran elecciones presidenciales en EEUU. Es posible que cuando sea el turno de las elecciones iraquíes de enero haya un nuevo inquilino en la Casa Blanca. Y unos meses más tarde también irán a las urnas los ciudadanos británicos, con la posibilidad de buscar una alternativa a la actual conducción en Downing Street. No es de esperar que un eventual triunfo de John Kerry en EEUU o de los conservadores en Gran Bretaña lleve a un giro tan espectacular como la intempestiva retirada de los efectivos españoles tras la victoria de los socialistas liderados por José Luis Rodríguez Zapatero.
El compromiso de Washington y Londres en Irak es de otra dimensión. Y el objetivo de traspasar el gobierno lo antes posible a los iraquíes de modo constitucional es compartido por oficialistas y opositores en EEUU y Gran Bretaña. Pero los rivales internos de Tony Blair y George W. Bush no dejarán de revisar la política iraquí, francamente impopular en sus países, en caso de acceder al gobierno. No obstante, aun dando cada vez mayor intervención a las Naciones Unidas en el proceso de transición, está por verse si alguien encuentra la forma de tapar la «caja de Pandora» abierta en Irak en el breve lapso de un año y medio. (DPA) enviar nota por e-mail | | Fotos | | Un insurgente enmascarado en Falluja. | | |