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 domingo, 27 de junio de 2004

En los organismos oficiales no hay un aumento de las denuncias
Generalmente los menores no se reconocen como víctimas y la mayoría de los casos llega por terceros

Aunque en la calle sobren los relatos acerca de menores prostituidos, en las instituciones oficiales que trabajan en el ámbito de la minoridad la situación se registra como "una problemática que no aparece con mucha insistencia". Al menos, así lo considera la coordinadora del Area de Niñez de Promoción Social de la Municipalidad, Patricia Giuricich.

Sin embargo, la funcionaria admite que "trabajando en la red de asistencia armada en los barrios van apareciendo historias puntuales de algunos chicos prostituidos". Una de estas fue la de R., la nena de 15 años que funcionó como punta del ovillo para llegar a la vivienda del viejo José, detenido en la zona oeste el 18 de junio pasado bajo la acusación de ser el proxeneta de por lo menos seis menores.

En este caso también tuvo mucho protagonismo la directora del Centro de Atención a la Víctima de Delitos Sexuales de la policía, Mariel Arévalo. Para la funcionaria, en 15 años que lleva en la fuerza, se trató de "la primera vez" que escuchó de "nenas de 10 años que están patinando". También reveló que desde que está al frente del centro, sólo tuvo dos intervenciones sobre menores prostituidas, pero que se dispararon por otras razones: cuando fueron a denunciar un abuso o una violación.

Es claro: para que un caso de prostitución de menores llegue a esa repartición es necesario que alguien se asuma como víctima de un delito sexual o que un tercero lo denuncie. Situación que no es frecuente, aunque Arévalo sostenga que "jamás vamos a hacer oídos sordos a un vecino que avise en forma anónima que se está prostituyendo a criaturas".

Para la directora provincial del Menor, la Mujer y la Familia, Graciela Martinet, "hace tiempo que el tema de la prostitución infantil circula". Pero si bien antes lo hacía "como un fantasma" ahora se traduce en "un problema concreto con dimensiones novedosas".

En el medio pasaron dos cosas: una violenta crisis económica que pauperizó aún más las condiciones de vida de los sectores más vulnerables de la población y, al mismo tiempo, la ruptura de lazos sociales que operaban como espacio de contención.

"La extrema pobreza tiene sus efectos, pero hay también otros cambios que empeoran las cosas: si 20 años atrás había un chico en situación de riesgo porque el grupo familiar pasaba una situación de crisis, se encontraba una familia ampliada, funcionaban los sistemas de padrinazgo o incluso los vecinos estaban allí para ayudar. Hoy estas cosas no existen", ilustra Martinet.

El mismo análisis hace la coordinadora de Niñez municipal. "Se trata de problemáticas emergentes de una situación de deterioro socioeconómico mucho más amplia y terriblemente conflictiva, que se expresa en todos los niveles, hasta el familiar. Por eso, a veces no se encuentra un piso desde el cual poder construir", afirma Giuricich.

Las dos mujeres no sólo comparten este diagnóstico, sino también la impresión de estar actuando siempre sobre las consecuencias del problema.

Martinet es más que clara: "Cuando hablamos de prostitución de menores generalmente nos preocupamos por los efectos. Nos horrorizamos de que haya chicos que ejercen la prostitución y pensamos qué hacer con estos niños. Pero yo estoy convencida de que detrás hay, por lo menos, un adulto que lo hace ejercer y otro que lo usa como objeto de satisfacción sexual. Entonces tenemos que ver quiénes son estos adultos porque ambos están cometiendo un delito. Si queremos cambiar la variante de la prostitución infantil hay que atacar las causas", subraya.

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