Kevin, una bofetada a la dignidad

Como un superviviente heroico, que bien podría haber luchado denodadamente contra fuerzas superiores, y con la mansedumbre de los que sienten sus propios actos como algo natural, que debe ser, Kevin Stralla paseó su dignidad por los medios de comunicación del país. Una dignidad envidiable, que los adultos estamos lejos de imitar. Con sólo 10 años, Kevin enfrentó a Jorge Alberto López, el colectivero que "fuera de sí", según las palabras de la policía, se negó a requerimiento del pibe de apagar el cigarrillo que consumía mientras manejaba un servicio público. Pero además de enfrentar a un adulto irracional, Kevin enfrentó a la policía -donde fue llevado por el propio López por negarse a marcar el pasaje si el chofer no apagaba el cigarrillo-, que sólo atinó a recomendarle que marcara el pasaje porque el colectivero estaba, como dijimos, "fuera de sí". También enfrentó la indiferencia de los docentes (Kevin marcó el pasaje y siguió viaje a su escuela, tolerando un nuevo cigarrillo en la boca de López), que escucharon el relato del chico, pero nada hicieron. Recién en su casa, Kevin encontró una actitud que igualaba su valentía: la mamá lo acompañó a hacer la denuncia. Hasta aquí los hechos. Ahora las preguntas: ¿el chofer, no debería estar preso; estará arrepentido; será sancionado severamente? ¿La policía, no debería tener también una sanción por no actuar ni proteger la actitud del menor y enviarlo nuevamente a merced de un colectivero "fuera de sí?" ¿Los docentes y autoridades del Colegio San José no deberían hacer una autocrítica pública por la indiferencia y la inmovilidad demostradas? Y finalmente: ¿el resto de los pasajeros del colectivo, qué hicieron? ¿Nadie defendió al chico? Mucho me temo que hicieron lo mismo que lo hecho con el "que se vayan todos". Todos se quedaron y aquí no ha pasado nada. Así estamos, con la dignidad por el suelo.

Lalo Puccio