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 sábado, 26 de junio de 2004

Presentismo: la eterna espera del final de una medida injusta

Marcela Isaías / La Capital

La decisión de aplicar el presentismo al salario docente fue la más clara muestra del desprecio que el ex gobernador Carlos Reutemann sentía hacia los maestros de su provincia. De la mano de su ministro de Educación, Fernando Bondesío, la medida llegó en 1992 para poner freno a los reclamos del sector docente, en lugar de hacerles frente.

Desde entonces las demandas para que se derogue semejante medida autoritaria se han sucedido a lo largo de estos doce años. También los infinitos testimonios de maestros que han hecho malabares para asistir a clases enfermos, dejando a sus hijos en similares situaciones y hasta poniendo plata de su bolsillo para no perder una mísera cifra, pero que en el magro salario que ronda los 500 pesos se vuelve esencial.

Cada vez que se menciona la posible quita de esta diferencia de pesos (80 de promedio para los maestros) que se paga a los educadores que aseguren asistencia perfecta surge el debate sobre el gran ausentismo que se registraba antes de la medida en la docencia. Pero -para que no paguen justos por pecadores- la verdad es que poco se ha hecho a lo largo de estos años por la profesionalización de los docentes y para que la docencia se convierta no en un apostolado sino en un trabajo en el que las exigencias sean correspondidas con condiciones de trabajo dignas.

No caben dudas de que el autoritarismo de Reutemann traducido en medidas como el presentismo logró prolongarse a lo largo de doce años, junto con los pagos en negro que integran la grilla salarial y que entre otras consecuencias no permiten acceder a un jubilación digna a cientos de maestros. Pero también hay que

decir que la decisión del ex gobernador subsistió gracias a la complicidad de legisladores -algunos de ellos, lamentablemente, provenientes del mismo campo de la docencia- que poco hicieron para cambiar la situación de los maestros.

Ahora la oportunidad de cambiar el rumbo la tiene el gobernador Jorge Obeid. Y, si bien la decisión conocida esta semana de limitar el presentismo para quienes padezcan enfermedades terminales o deban donar o recibir órganos puede interpretarse como un primer paso para revertir una situación de injusticia, esto no alcanza.

La meta debe ser cumplir con la promesa electoral de derogar el presentismo o incorporarlo al básico como reclama el gremio, además de blanquear de una vez por todas el salario de los docentes. Y claro está que cuatro años más de espera parecen una eternidad, sobre todo si se tiene en cuenta que ya van doce de reclamos.

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