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 domingo, 20 de junio de 2004

Rosario desconocida: Arquitectura racional

José Mario Bonacci (*)

La arquitectura moderna en Argentina siguiendo la influencia general ingresa tardíamente respecto de los países centrales. Intelectuales locales a partir de los años 30 tienen contactos con los grandes maestros. Las presencias de Prebisch (cine Gran Rex local), el catalán Bonet, Kurchan, Ferrary Hardoy, Zalba, Sacriste, Williams y otros de gran peso, aportaron nuevas ideas para generaciones jóvenes. Unos y otros trabajaron codo a codo con los grandes maestros como Le Corbusier, Mies Van Der Rohe y Wrigth. La enseñanza masiva de la arquitectura moderna en el país se inicia tarde respecto de presencias notables y cuando la influencia del racionalismo estaba debilitada.

Le Corbusier llega a Buenos Aires en 1929 y sus conferencias integran el libro "Precisiones". En 1936 visita Nueva York y escribe "Cuando las catedrales eran blancas" de gran peso conceptual, para recalar en Brasil como asesor del grupo integrado por Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Eduardo A. Reidy, Carlos Leao, Jorge Moreira, el paisajista Roberto Burle Marx y el muralista Cándido Portinari que conciben el Ministerio de Educación y Salud en Río de Janeiro (1943), obra cúlmine del racionalismo ajustado a requerimientos climáticos en un país tropical y con fuerte apoyo en postulados corbusieranos. Junto a este grupo cabe incluir a los hermanos Marcelo, Milton y Mauricio Roberto, Icaro de Castro Mello, Roberto Cerqueira, Sergio Bernardes, Rino Levi y Herique Mindlin.


Creaciones de Le Corbusier
Ya en los 50, serán Costa y Niemeyer las cabezas del equipo que gestó Brasilia. Le Corbusier también visita y deja sus ideas urbanísticas para Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo y Bogotá. En 1949 el médico argentino Pedro Curutchet le encomienda su célebre casa-consultorio en La Plata, siendo una de las tres obras que Le Corbusier deja en las Américas y la única vivienda concretada, ya que su casa Errázuriz en Chile no llegó a construirse. La nueva Universidad y la entrada de la arquitectura moderna a los planes de enseñanza deberán esperar los cambios políticos del 55 para enriquecerse en una experiencia nueva para ese momento único e irrepetible, como lo fueron las Escuelas de Arquitectura de Rosario y Tucumán, guiadas por argentinos que oficiaron de enlace entre la vieja Europa, EE.UU. y nuestro país.

En el caso local, junto a la señera acción de Jorge Ferrary Hardoy, Francisco Bullrich, Alberto Le Pera, Juan Manuel Borthagaray, Carlos Méndez Mosquera, Juan Ibarlucía y otros, deben sumarse los créditos locales como Hilarión Hernández Larguía, verdadero patriarca, César Benetti Aprosio y Bruno Borgato, entre otros. Sumados a un conjunto de estudiantes con impulso y entusiasmo, más artistas plásticos locales como Eduardo Serón y Rubén Naranjo, desarrollaron un período de investigación y desarrollo de planteos modernos, valorables y atractivos en su proyección futura.

Rosario se comportó siempre respecto de Buenos Aires como lo hizo ésta en relación con los centros internacionales de gestación. Primero "debía ocurrir allí" como paso previo a seleccionar qué elementos serían adecuados a la expresión local, influyendo en proyectistas y técnicos que aportaron obras de distintos momentos, en una especie de "eclectisismo cambiante y sustitutivo" de producción masiva en el tiempo.

Esto explica la no inserción contundente de Le Corbusier en lo referido a una lectura física de la ciudad. Cuando se recrea la Escuela de Arquitectura local en 1956, el racionalismo o "estilo internacional" se agotaba. El profesional rosarino actuó más pragmáticamente informándose en publicaciones exteriores, de lo que son un reflejo "El constructor rosarino" y "Edilicia".

Así como ocurrió con el art decó, el racionalismo de la primera época se popularizó en todos los temas. Muestra de ello es hoy 3 de Febrero al 1400 (norte) que pivotea en la esquina de Paraguay al 1200 (este) con más de 120 metros de racionalismo, culminando con la excelente escuela "Mariano Moreno" de 1941, todo en coherencia con los dictados del estilo. Lo mismo ocurre en Viamonte al 1000 (sur) y pasaje Amelong (oeste).


Obras de peso
El racionalismo aporta obras de peso y no excluye a las factibles de hallar en una indagación urbana de la ciudad. Las casas racionalistas inundaron todo y están presentes en el centro y todos los barrios. El año 1937 nuclea al Museo Castagnino con aportes técnicos desconocidos en el plano local y el edificio Otis de San Lorenzo y Paraguay, ambos de Hilarión Larguía y Newton.

También se destacan el edificio Pinasco, de Rioja y Buenos Aires, y los creados por Delanoy en Buenos Aires y San Juan y San Lorenzo al 1100. Son del 35 la casa "Fonzo", de Gerbino y Ocampo, y el Centro Unión Dependientes, de Tito y José Micheletti, en Paraguay al 700. En 1936/38 nacieron el edificio "Gilardoni", de Delorenzi Otaola y Rocca, en Rioja y Oroño, y de iguales autores una de las piezas máximas, "La Comercial de Rosario", en Córdoba y Oroño, convertida en símbolo de la ciudad hasta que se inaugura nuestro monumento mayor.

Este trío también aporta las magníficas viviendas González Theiler, en Rioja 1700 (norte), el edificio de viviendas en Italia al 800 (oeste), y la sede de Industrias Grassi-Grimaldi original, hoy modificada totalmente en su interior, pero con respeto absoluto de su fachada sobre Santa Fe 1400 (sur). Medianera este de por medio, es su vecino un edificio notable de Maissonave y Daumas que juega también con la exaltación de su vacío central.

La torre de Unione y Benevolenza, de Picasso, Funes y Fernándes Díaz, en Maipú y San Juan, es un ejemplo de ese momento, resuelto con alta calidad. En 1946, Borgato, Marguard y Puertas, realizan el cine Radar de Córdoba al 1000 (norte), en un contenido racionalismo, desaparecido a pesar de ser la mejor sala cinematográfica de la ciudad de todos los tiempos a causa de su perfecta visibilidad y acústica no superadas hasta el presente.

En 1955 Mariotti, Valenti y Molteni plantan en Maipú y Rioja el edificio de la compañía de seguros La Segunda, de excelente diseño e impacto urbano bajo influencias formales de Mies Van Der Rohe, hoy sufriendo descuidos de conservación y mantenimiento que lo desmerecen injustamente.

Finalmente, y casi como una curiosidad en estas latitudes, se destaca la escuela Santiago del Estero de los años 1953/56 en el parque Alem, resuelta con gran calidad y respetando todos lineamientos e íconos propios del racionalismo brasileño aludidos en el comienzo de la nota.

Esta sintética enumeración de ubicaciones deja abierta la curiosidad del ciudadano atraído por el tema para ejercer el derecho del peatón urbano que en su derrotero diario puede ir descubriendo otras piezas de valor para incluirlas en el catálogo racionalista del lugar en que vivimos. Catálogo enriquecido por un alto nivel de excelencia nacido en la acción de sus profesionales y técnicos de valía en una ciudad que siente el alto orgullo de su patrimonio constitutivo.

(*)Arquitecto

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Edificio La Comercial de Rosario, en Córdoba y Oroño.

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