Año CXXXVII Nº 48424
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Educación 19/06
Campo 19/06
Salud 16/06
Autos 16/06


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 20 de junio de 2004

Interiores: Los días del padre

Jorge Besso

Nunca se dijo por ahí, y que se sepa por ninguna parte, que padre hay uno solo, lo que en cambio si se decía y se dice de las madres. La certeza en cuanto a la maternidad tal vez no hacía necesaria la sentencia de que madre hay una sola, ya que hacer una redundancia de una certeza pareciera como mínimo una exageración. En cambio la incertidumbre paterna hubiera necesitado de algún dicho o proclama que lo aliviara de la inquietud.

Desde hace cierto tiempo la biología y en particular el ADN, vinieron a suplir la falta de certeza paterna a través de una constatación que permite instalar la verdad biológica en padres con fantasmas o en padres borrados, o en padres con la pretensión de borrarse. Hoy por hoy, el paisaje familiar está bastante cambiado, al menos en algunos países occidentales, donde la familia canónica ha dejado de estar en el centro de la organización básica de la sociedad, lo que no necesariamente quiere decir que la familia esté en crisis, al menos no una crisis en el sentido de ser una forma de organización social en decaimiento.

Más bien pareciera que el estallido del canon familiar no está referido a una desestimación de la familia, sino por el contrario, dicho estallido ha conducido a una ampliación de la familia, por ejemplo, a lo que se conoce como las familias ensambladas, es decir compuestas por miembros que vienen de otras experiencias familiares, y que por lo tanto conviven en la nueva familia hijos de distintos padres y padres de distintos hijos.

Pero la mayor de las rupturas del canon familiar lo constituyen las familias con padres y madres del mismo sexo, es decir hijos de parejas del mismo sexo, en los cuales es posible que igualmente se pueda identificar una función paterna y una función materna, más allá del sexo manifiesto. Aún con cánones que van cambiando, todos los años puntualmente llega el día del padre y como todos los días "de" es día de regalos, de encuentros, de comidas, seguramente también de desencuentros en una proporción que no es posible de calcular y de recuerdos, sobre todo de los padres que ya no están.

En este sentido los padres también contribuyen a la incertidumbre paterna, en tanto y en cuanto llegan un poco después a la vida de sus hijos y por lo general se van bastante antes, lo cual hace que los días del padre no sólo se refiera a los clásicos y consabidos festejos, sino también a que dichos días suelen ser menos o bastante menos que los días de la madre, los que todavía pueden ser mucho menos cuando se trata de padres que saben callar, pero no hablar, puesto que lo difícil de ser padre es que de alguna manera hay que saber hacer las dos cosas.

De la sentencia de que madre hay una sola se deduce que padres hay más de uno. Ambas cuestiones parecieran muy importantes para la salud psíquica de los humanos, al menos en su versión occidental y cristiana. Que madre, efectivamente haya una sola, en cierto modo es una condición para que haya padre, ya que muchas veces los hombres confunden, por así decir, a su mujer con una madre y se plantan en posición de hijos, lo que viene a resultar un obstáculo para ser padre, más aún cuando esto sucede con la complicidad inconsciente de la mujer que de ese modo se transforma en la madre de todos en la casa, con el consiguiente riesgo de que desaparezca el padre, el marido y la esposa.

Que haya más de un padre no está nada mal, pues implica que alguien todavía mantiene intacta su capacidad de creer más allá de las desidealizaciones inevitables en todo curso de crecimiento. Que haya más de un padre quiere decir que alguien ha tenido en su historia un padre que le ha dejado una huella esencial: que hay otros en quienes creer. Sobre todo en estos tiempos que mucha gente padece de un orgullo raro: el extraño orgullo de no creer en nadie.

Los días del padre y los días de la madre son los días top de esta manía contemporánea de festejar los días "de", a los que se ha agregado desde hace unos años el día del amigo que viene con un gran crecimiento. En cambio otros días, como por caso, el día del trabajador, ha quedado más o menos sepultado por el feriado, es decir que está mucho más presente el hecho de que es feriado, que el contenido del festejo que es nada menos que las luchas obreras. Lo que, visto ahora, no deja de ser coherente, ya que en aquella matanza de obreros de aquel 1º de mayo, no se sabía que había comenzado la matanza del trabajo.

Quizás esta última pueda parecer una referencia inadecuada, pero es que el día del padre (como otros) es un día shoping y el shoping es el lugar de encuentro contemporáneo por excelencia. En realidad es más de desencuentro que de encuentro, ya que en los shoping todo es una cuestión de niveles, y la gente va circulando por los dichosos niveles, desde las cocheras y por las escaleras mecánicas más los ascensores, por lo general transparentes, todo en un amontonamiento de desconocidos que nunca llegarán a conocerse, pero donde el verdadero nivel es el que hay entre la riqueza y la pobreza que en esos lugares está, definitivamente, afuera.

Mientras tanto el shoping es una gran burbuja, y adentro circulan las burbujas y las burbujitas de las que formamos parte cuando andamos por ahí, y que a veces explotan con alguna de las tragedias que sobreabundan en este mundo. Tampoco se trata de olvidar que el día del padre es un día de festejos en los que se festeja la existencia presente o ausente de los padres, y el mejor brindis para con un padre es el brindis para que se brinde, o no deje de brindarse, en este mundo atestado de burbujas compactas.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados