| miércoles, 16 de junio de 2004 | Los malos de la película Parece que el fuel oil que nos envía Venezuela es "jamón del medio" y "nos tiene que gustar por el cariño de quienes lo remiten". Mientras en Argentina, algunos aplauden a Chávez -que tiene problemas de gobernabilidad-, los venezolanos no saben cómo sacárselo de encima por el desastre económico que sus políticas han causado en su país. Como si fuera poco, está organizando grupos armados civiles para perseguir a la oposición (igual que acá). Pareciera que hay una intención deliberada de hacer creer a la sociedad que los malos de la película son las empresas de energía de Argentina, cuando en realidad fueron perjudicadas por el Estado con la devaluación y pesificación asimétrica. La insólita e inoportuna intención de crear una pyme energética del Estado -para quién sabe cuándo ni cómo por falta de fondos- esperemos que no termine en un juicio millonario para nuestro país. La ausencia del Estado para evitar hechos de violencia por grupos piqueteros y piromaníacos contra Repsol-YPF y otras empresas petroleras -como también se notan ciertas acciones contra las empresas de ferrocarril- requieren una actitud más protectora de las autoridades hacia la población, que queda como rehén de las luchas entre sectores dispuestos a todo, para subirse al empleo estatal. Así es como tenemos una aerolínea estatal que en principio dijeron que llamarían a licitación, pero lo patearon para el 2005, cuando los ciudadanos carecen de recursos para trasladarse en aviones, con sobrecarga de personal. Ahora, el gobierno lanzó un nuevo correo oficial y posterga su reprivatización, "porque ahora es rentable". Es rentable porque está modernizado y tecnificado. Con todas las empresas que el gobierno les quita la concesión, queda demostrado que las "pobres alhajas" de la abuela no habían sido vendidas. Solamente se habían concesionado para que sean restauradas y, al vencimiento de las concesiones, volvían al Estado totalmente modernizadas. La pena es que, para tener excusas para reestatizarlas, algunas fueron destruidas primero.
Susana Cabal
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