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 sábado, 29 de mayo de 2004

Reflexiones
¿Negros, pobres y jóvenes burros?

Pedro Romero y José Romero (*)

La adaptación es sin duda una virtud proverbial de la especie humana, que en su versión argentina adquiere dimensiones de areté griega. Un tiempo televisivo sostenido de rostros pobres y desnutridos acostumbró la retina y decretó la desaparición de la realidad. Sin importar cuál es la temperatura real, bastó sólo un cambio en la sensación térmica de la política nacional para educar una nueva normalidad. Los pobres no son ya noticia.

La recuperación de una racionalidad media a manos de la bloobermanía se tornó una necesidad de equilibrio. El "cada cosa en su lugar" lamentablemente ha dejado a los pobres sin escena. La abundante bibliografía sobre nuevos movimientos sociales con los desposeídos como protagonistas lentamente deja paso a las reflexiones sobre marginación y política carcelaria.

1- Con los pobres en su lugar, la atención parece detenerse ahora en el análisis de situación de los sobrevivientes. Los restos del naufragio muestran que el sostenerse en la línea de flotación también ha dejado los salvavidas deshechos. El asombro de la retina se ha de detener en los miles de jóvenes que sin historia, ni geografía, matemática o física, mantienen la cabeza fuera del agua. Resulta sencillo entonces canjear el rostro triste de los hambrientos por la indiferencia juvenil sobre el valor del conocimiento.

2- Periodistas -disfrazados de profesores- se animan a la pregunta sobre fechas, próceres y multiplicaciones esperando la respuesta insólita que construya un nuevo titular. Antes negros pobres, ahora jóvenes burros. Muchos podrían argumentar que la puesta en escena mantiene la conciencia alerta y bien podría ser cierto.

3- Pero no lo es menos la idea de que nos hemos acostumbrado a tirar la basura bajo la alfombra. La experiencia indica que la conciencia necesita demasiado tiempo y que lamentablemente a mitad de camino se convierte en estigma, en condena y en prejuicio.

4- Los que transitamos la escuela conocemos de memoria lo que los académicos llaman "paradoja de los padres". La mayoría de ellos, cuando se les pregunta por la educación de sus hijos, contesta que es buena. La misma cantidad, sin embargo, sostiene que la educación argentina es muy mala. Puede que en el camino que transita entre la piedad sentimental y la ignorancia general esté buena parte de la realidad.

5- Los espasmos y los paroxismos no son buenos consejeros a la hora de pensar alternativas sociales. El miedo tiende a expulsar lo desconocido y a racionalizar pronto los culpables. La sociedad y -aun peor- el Estado publicitario tienden a registrar o producir hechos según convenga.

6- Si queremos una sociedad para pocos avancemos entonces contra los "jóvenes burros" y como aprendimos en la escuela, una buena manera de achicar un resultado -fraccionado por cierto- es proceder a su simplificación. Tarea que sabemos a la perfección aquellos que nunca nos olvidamos las fechas ni el nombre de los próceres. Sin pobres y sin jóvenes ilógicos y desmemoriados seremos muchos menos... puede que una amnésica felicidad se apodere de nosotros.

(*)Docentes e investigadores del Cerir Educativo (UNR)

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