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 miércoles, 26 de mayo de 2004

Entre las ciberinfidelidades y los ciberinvestigadores

La Universidad de Florida realizó recientemente un estudio en el que comprobó que "las relaciones que comienzan en los chat -o charlas por Internet- se han convertido en una de las principales causas de ruptura entre las parejas estables".

Las aventuras amorosas fuera de la pareja estable son tan antiguas como la propia institución matrimonial, pero Internet, que ofrece posibilidades prácticamente infinitas de comunicación, ha abierto la veda a una amplia gama de "ciberinfidelidades".

"Nunca antes había sido tan fácil para hombres y mujeres casados buscar una aventura", señala Beatriz Avila Mileham, autora de la investigación. "Con el cibersexo", indica Mileham. "No hay ninguna necesidad de viajar a oscuros hoteles. Una relación online puede tener lugar en la misma habitación donde está el otro esposo", afirma.

Todo puede comenzar de manera inocente con un intercambio de ideas que rápidamente enciende el deseo sexual de la otra parte, indica Mileham, y apunta que "24 de los 76 hombres participantes en el estudio terminaron teniendo relaciones sexuales -en la vida real- con al menos una de las personas que conocieron en Internet. "Para prevenir problemas en el futuro", indica la investigadora, "las jóvenes parejas necesitan discutir el papel que tendrá Internet en sus relaciones".

Por su parte, Al Cooper, autor del libro "Sexo e Internet" también cree que lo que comienza como un simple coqueteo muchas veces termina en divorcio, con la agravante de que la mayoría de los hombres creen que este comportamiento no constituye adulterio.

"Una tercera parte de los pleitos legales que terminan en divorcio tienen su origen en aventuras amorosas con la red de por medio, señalan los administradores de Infidelitycheck, que aseguran que entre el 8 y el 10 por ciento de los usuarios de Internet se enganchan al cibersexo.

Pero también existen los sitios de Internet que ofrecen consejos (por ejemplo, colocar la computadora personal en un lugar bien visible en el hogar) y la posibilidad de compartir triquiñuelas y penas con otros cónyuges traicionados.

Además, estas páginas venden material de "apoyo", artilugios para seguir vehículos, así como programas informáticos espías -que se vende por cerca de 50 dólares- para rastrear las actividades del usuario en páginas de Internet y de servicios de mensajes instantáneos, y envían después un correo electrónico con el resumen de las acciones sospechosas.

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