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 miércoles, 26 de mayo de 2004

Rescatan barandas, techos y columnas
Comenzó la restauración de la sala principal del teatro El Círculo
Los pasantes recuperan pigmentos y colores originales

Marcelo Castaños / La Capital

La sala principal del teatro El Círculo muestra por estos días una fisonomía y una rutina diferentes. Invadida por una banda de pasantes de Bella Artes, el espacio centenario está siendo sometido a una minuciosa labor de restauración. Barandas, paredes, techos y bajoescaleras sufrirán el efecto de solventes, pinceles y pigmentos.

Se trata del grupo de preservación constituido por 32 pasantes y cuatro coordinadores que, capitaneados por Cristina Lancellotti, está poniendo a punto el interior del teatro con vistas al III Congreso Internacional de la Lengua Española.

Lancellotti es egresada de Bellas Artes de la Universidad de Belgrano, se especializó en Florencia y trabajó en su especialidad durante ocho años en Europa. Volvió a la Argentina en 1996 y se dedica a trabajos de restauración y preservación. En Rosario fue la responsable de la conservación de Villa Hortensia.

En diálogo con La Capital, y en medio de estudiantes que la llamaban para consultarle frente a cualquier detalle, reveló que la restauración en los teatros es muy particular por la diversidad de técnicas y porque en general hay muchas cosas que se han ido perdiendo, como los entelados de las paredes y detalles que se erosionan por el permanente roce.

"El objetivo es recuperar lo original y pintar sólo en los lugares donde se ha perdido la pintura. No hay repintado", aclaró.

Para la recuperación del original es crucial un trabajo profundo de limpieza. Lancellotti contó que a primera vista se dio cuenta de que la purpurina que adornaba las molduras no era original. Había que despejar con solventes esa capa para llegar al dorado inicial. Y en eso trabajaba ayer el equipo. Con sus barbijos (ahora van a incorporar máscaras antisolvente) iban descubriendo la purpurina original, y la diferencia era realmente asombrosa.

"El secreto está en el uso de solventes que actúan sobre las capas más nuevas pero tardan mucho más en hacerlo sobre las viejas, y en la habilidad del restaurador que tiene que ver cuándo debe cesar el efecto del químico", explicó Lancellotti. "El oro o una buena purpurina son muy nobles, no pierden el brillo", abundó.

"¡Cristina, aquí hay un clavo!" le gritó un pasante. "Cristina, ¿podés venir a ver esta zona?", le decía otro. Todo el tiempo la consultan. "Para los artistas esta es una experiencia muy fuerte. Yo les enseño que el restaurador tiene que pasar desapercibido y nunca competir con el artista original. Esto los obliga a mirar las cosas de otra manera, pero les otorga una gran experiencia y habilidad, sobre todo en el manejo del color", reveló.

Al trabajo en las barandas se suma el de los techos de las distintas bandejas (balcones), decorados con pigmentos sobre los cuales resulta muy difícil actuar. "Es que esos pigmentos tienen algún medium animal que les ha hecho perder la cohesión, y se sale con mucha facilidad. Trataremos de actuar pero sólo hasta donde lo permitan los materiales", aclaró.

Es que la idea es restaurar pero siempre con respeto de la historia. Incluso, el equipo está tratando de conseguir el entelado original de las paredes de fondo de todas las bandejas a fin de recuperar el color y proponer que se pinte así. Actualmente son de un bordó que eclipsa el violeta apagado de los techos.

A las barandas y los cielos rasos de todos los balcones les seguirán los bajoescaleras de acceso a las plateas y las columnas internas de la sala.

Lo que no saben es si llegarán a la cúpula -de donde se desprendió un pedazo de material y se formó una mancha de humedad- ni al foyer (segundo salón principal del teatro), que también tiene una mancha sobre la obra de Salvador Zaino. "Es poco el tiempo con el que contamos. Yo tendría que haber empezado a trabajar hace dos meses, pero no había fondos. Es una pena", lamentó la especialista.

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Los pasantes de Bellas Artes realizan un minucioso trabajo de limpieza.

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