Año CXXXVII Nº 48396
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Autos 19/05
Turismo 16/05
Mujer 16/05
Señales 16/05


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 23 de mayo de 2004

Interiores: paranoia

Estos son tiempos en que la paranoia está a la orden del día, al punto que la mayor parte del tiempo los humanos están ordenados paranoicamente, tanto sea en las villas como en los countrys, así como en las viviendas altas o bajas de la clase media. No obstante la paranoia no es una cuestión, ni una enfermedad de estos tiempos, ya que figura en las descripciones históricas de la psiquiatría, aunque pueda registrarse un aumento en una época en que la seguridad y la inseguridad libran una batalla desigual, más que nada por que las llamadas fuerzas de seguridad, y por lo que parece con apoyo político y con apoyo jurídico, trabajan para la inseguridad general.

En la paranoia el sentimiento y las ideas centrales conforman un estado de inquietud y persecución con respecto a los otros en general, o a algunos en particular o a alguien en especial, configuración que en sus extremos adquiere un carácter delirante. Ahora bien, es bastante usual hacer un traslado de las patologías individuales a un plano más general, cuando por ejemplo se usa la expresión "histeria colectiva" cuando una sociedad o una parte de ella cae presa de un nerviosismo generalizado.

Como pudieran ser, por caso, las sesiones de la bolsa de valores en cualquier parte del mundo, y donde los actores en el ruedo económico representan con ampulosidad y sobre todo a una hipervelocidad la danza de la oferta y la demanda, baile más bien patético, pleno de movimientos arteros (en cierto sentido como las carreras de caballos) pero sin la estética de los pingos, además de que en las bolsas juegan con el resto del planeta.

Es decir, que se extienden patologías de la subjetividad que de alguna manera se transforman en patologías de la objetividad. En este sentido, uno de los mejores ejemplos lo constituyen las paranoias colectivas, también de todos los tiempos, y de un modo muy especial en el nuestro.


Lectura del cerebro
Las neurociencias no nos dan respiro, con lo que vamos de sorpresa en sorpresa y como dicen los españoles con el Jesús en la boca, ya que los investigadores neurocientíficos, que por lo que parece no se detienen ni para comer, ni mucho menos para otras cosas, no pasa un día en que no inventen o descubran algo con relación al cerebro, todo en pos de una humanidad cada vez más digna. En esta semana se puede leer en la prensa el nuevo chiche que están pergeñando, ¿quiénes? Los que en el mundo son conocidos como los americanos (que en realidad son los norteamericanos) ya que se han robado para ellos el nombre de "americanos" y no entienden que el resto de América también lo sea.

Aunque parezca un detalle sin importancia, no deja de ser una usurpación. Una más. Los informes de prensa señalan que se está organizando una empresa para fabricar un artefacto capaz, se nos dice, de "leer el cerebro". El nuevo artilugio, no es tan nuevo, se parece bastante al viejo detector de mentiras, sobre todo por que da la impresión de ser tan inútil como su antecesor. El funcionamiento es más bien sencillo. Se le muestran a un sospechoso las escenas de un crimen o de un atentado, para ver si le resultan familiares.

Para comprobar semejante hipótesis se le colocan unos censores en el cerebro capaz de registrar el movimiento de las ondas cerebrales. Una computadora es la encargada de interpretar dicho movimientos de las ondas, evaluando cómo es la reacción del acusado. Un sujeto, explican, que tiene conocimiento del tema tiene una respuesta cerebral, específica y mensurable a la que llaman P300/Mermer, que en tal caso demostraría fehacientemente su implicancia en el tema.

Toda la experiencia llamada científica, y hecha por científicos, tiene el diseño de una máquina: en un extremo entra un sospechoso y en el otro extremo sale un acusado. Como se puede ver es la paranoia generalizada. No es difícil imaginar una versión del invento para el uso de la vida cotidiana. Se le podría regalar a la mujer tan amada como sospechada, una preciosa hebilla para el pelo que en realidad fuera un electrodo para espiarle el cerebro a través de una computadora de bolsillo que por fin eliminaría la incertidumbre, ya que con semejante invento se tendría la certeza del amor, o la certeza del horror.

Todos sabemos, es decir el resto del mundo, que los norteamericanos no son todos iguales, y que en ese país viven personas honestas y personas geniales, que repudian estos intentos, y de lo cual hay muestras. Pero han generalizado un estilo. La superficialidad y la insignificancia. Estímulo y respuesta. Oferta y demanda. Amigo o enemigo, y todo con un propósito excluyente: todo es mensurable. Y espiable.

Si algo hacía falta en este mundo son lectores del cerebro del otro, más que nada porque de ser posible semejante imposible, la gente seguramente preferiría la incertidumbre a la certeza, ya que descubriríamos que dormimos con un monstruo. Lo mismo que le pasaría al de al lado. No desesperar. El cerebro almacena ondas, no pensamientos. Los pensamientos no son mensurables, ni escaneables, en definitiva son incontrolables y en todo caso son reflexionables.

Nunca he visto una pintura de Edward Hopper. Sólo fotos de revistas, pero me parece que deben ser maravillosas, y dicen que han inspirado a Hitchcock y a Coppola en sus películas. No es de extrañar. Todos ellos son de los tantos norteamericanos que hacen que el mundo valga la pena. No son todos iguales por la sencilla razón de que el hombre no es su cerebro. El cerebro es una condición necesaria para ser hombre, pero no suficiente. Como lo prueban Bush y sus equivalentes en cualquier parte del mundo, que aplican la lógica paranoica del "por algo será".

La lógica paranoica convierte a cualquiera en sospechoso, más si es adicto o si supuestamente lo es. Como si todos los adictos fueran iguales. O todos los abstemios. Es posible que los seres tipo Bush sólo tengan cerebro y por lo tanto capaces de una sola articulación: el error con el horror.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados